viernes, 27 de noviembre de 2009

Cambio cultural y crisis de identidad



Centro de estudios Chilóeautonomo

Identidad Cultural

Supuestos para pensar la identidad en tiempos posmodernos

Transformaciones sociales, movimientos culturales: condiciones de toda creación sociocultural

Pertenencia, estima de sí y autonomía

Identidad Cultural

A simple vista, puede percibirse el carácter universalizador del concepto "identidad cultural". Supone, por una parte, una función cuantitativa - respecto del número y variedad de individuos a los que unifica- y, por otra, una función disciplinaria -respecto del rol de las instituciones para producir y conservar discursos de identidad con las reglas de acceso a ellos y las posiciones relacionadas con el hacer y el representar de los individuos en las sociedades.

La forma, tal vez, más evidente en que se muestra la identificación de los individuos con una cultura es en la aceptación de los valores éticos y morales que actúan como soportes y referentes para preservar el orden de la sociedad. Su aceptación y cumplimiento hacen más soportable las tareas que los individuos deben cumplir y, a la vez que conserva a los individuos en el grupo, limita la acción del indiferente y el peligro de los disidentes. En este sentido, se dice que los valores expresan la tensión entre el deseo (del individuo) y lo realizable (en lo social). Tal tensión es productiva mientras los individuos puedan representarse su propia existencia y darse una imagen estable y duradera de sí mismos, lo que es posible con una memoria atenta que reactualice e integre de manera permanente los acontecimientos fundantes de su propia identidad y los proyecte como orientación hacia acciones futuras responsables y creativas.

Esta tensión es inmanente a todo imaginario social, ya que las tradiciones heredadas del pasado y las iniciativas de cambio del presente se expresan en ellos.

La estructura simbólica de la memoria social se encuentra representada en las ideologías. Estas son las que difunden los acontecimientos constitutivos de la identidad de las comunidades, de lo que se desprende su carácter preservante, legitimante e integrador.

"La función de la ideología -dice Paul Ricoeur- es la de servir como posta a la memoria colectiva con el fin de que el valor inaugural de los acontecimientos fundadores se convierta en objeto de la creencia de todo el grupo"

La ideología tiene como contracara la utopía cuya naturaleza cuestionadora denuncia el carácter distorsionador y encubridor de las ideologías triunfantes. "Es la expresión de todas las potencialidades de un grupo que se encuentra reprimido por un orden existente; es un ejercicio de la imaginación para pensar de otra manera la manera de ser del ser social".

No es casual que se las interprete, muy livianamente por cierto, como generadoras de desorden, de sin-sentido y de pérdida de credibilidad en lo fundacional.

El resultado es un ataque deliberado a la diversidad, el silenciamiento de los discursos diferentes con la enunciación ideológica de conceptos pseudouniversales para legitimarse como autoridad, domesticando el recuerdo, creando estereotipos si faltaran y justificando el accionar de la autoridad como garantía de permanencia y continuidad de los valores. Ante la eventualidad de la pérdida del sentido del actuar, la eficacia de la retórica de la ideología es abrumadora porque, como dice Ricoeur, si una sociedad no puede mantenerse sin normas, tampoco puede hacerlo sin un discurso público persuasivo que codifique toda realidad.

Aun siendo tan diferente el accionar de una y otra, lo cierto es que la ideología y la utopía se complementan porque parten del mismo suelo referencial de la identidad cultural, realidad dinámica y no dogmática, por cierto.

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Pero cuando una sociedad se enfrenta ante el desorden, la ineficacia e incomunicabilidad de los valores y la falta de horizonte al carecer de objetivos comunes, se hacen evidentes los síntomas de una crisis de identidad que se manifiesta en todas las instituciones de la cultura: las familiares, las laborales, las políticas, la estatal, las educativas, las religiosas, etc.

Así, hoy nos enfrentamos diariamente al pesimismo, al escepticismo de todas las generaciones que conviven en la actualidad y a la incomunicación existente entre ellas. Falta el discurso vinculante, falta el criterio unificador con que interpretar la realidad, pero, por sobre todas las cosas, falta la voluntad social, comunitaria de hacerlo. Cualquier individuo es prescindible y, lo que es peor aun, como consecuencia de ello, no se sabe a qué grupo se pertenece.

Lo que pudo haber sido utopía para otros, hoy, sencillamente, resulta insoportable. Si la promesa de un tiempo de ocio era entendida como el derecho ganado por la dedicación laboral al progreso de la sociedad en beneficio de las generaciones venideras, hoy se ha convertido en tiempo de desocupación con las consecuencias que se enfrentan a diario: olas delictivas, inseguridad física, angustia ante un futuro y un presente inciertos.

Asistimos a un momento sintomático para pensar las razones de la crisis y para pensar una solución. Es importante, entonces, presentar los supuestos filosóficos de la actualidad y vincularlos con otras transformaciones culturales, al menos cercanas temporalmente, para poder comprender si el concepto de identidad cultural tiene vigencia o si, definitivamente, se ha tornado también él prescindible.

Supuestos para pensar la identidad en tiempos posmodernos

Se presentan a continuación algunos de los supuestos básicos del pensamiento posmoderno que, en rasgos generales, comparten los pensadores representativos de este período:

- Rechazo ontológico de una subjetividad exclusivamente racional y transindividual a favor de un movimiento de autotrascendencia del sujeto

- Fin de las grandes narraciones y legitimaciones.

- Autonomía y especificidad de los discursos.

- Pérdida de la ilusión y de la necesidad de reconciliación.

- Transformación de los espacios públicos comunes en espacios de tránsito y no de permanencia.

- Consagración del instante.

Esta caracterización muestra una clara oposición al proyecto moderno de cultura (y, con él, un cuestionamiento a la noción de identidad cultural). Lo cierto es que edsto resulta de múltiples transformaciones culturales vividas por Occidente desde mitad del siglo XX. Es momento, entonces, de presentarlas a fin de vislumbrar algunas respuestas posibles.

Transformaciones sociales, movimientos culturales: condiciones de toda creación sociocultural

Pertenecer a un grupo es una de las características de la identidad cultural. En ellos, lo simbólico de las relaciones atraviesa los capilares de la subjetividad hasta conformar la identidad básica de toda cultura: la identidad yo-sujeto que inicia la vinculación del sí mismo con el otro y que, a través de distintas transformaciones, va perfilando esa unidad bipartita con trazos que irán variando según sean los movimientos sociales que se realicen.

Agnes Heller analiza estas transformaciones sociales a partir de la posguerra, lo que permite comprender cómo se fueron dando distintas identidades culturales que son antecedentes y referentes de nuestra actualidad. Las llama: la generación existencialista, la alienada y la posmoderna.

Estas generaciones no compartieron el mismo discurso, sino que, por el contrario, son y fueron generadoras de nuevos significados imaginarios para las formas de vida, es decir, han generado divisiones culturales capaces de perfilar nuevas identidades a partir de la erosión de la cultura de clases.

Respecto de la generación existencialista, dice Agnes Heller, ésta alcanzó su punto álgido en 1950. Surgió enmarcada por las circunstancias de la guerra como una sublevación de la subjetividad contra la vida burguesa, sus normas y ceremonias. Su empeño era el liberarse en lo personal, pero por vía política. La generación alienada tuvo como marco el boom económico de la ideología de la abundancia que combinaba con el compromiso con el colectivismo social que generó múltiples movimientos, ya políticos y económicos, ya corrientes artísticas y conductas sexuales.

Aun así, desde el enfrentamiento contra la cultura positivista de los existencialistas hasta la generación alienada, en las sociedadesopulentas existía el convencimiento de la necesidad de los valores comunitarios a pesar de las crisis históricas. Se podía volver a empezar si se vislumbraba un horizonte por construir. Se trataba de cuestionar valores inoperantes, pero no se cuestionaba la necesidad de los valores.

La actualidad, que dentro de esta caracterización responde a la generación posmoderna, sería el resultado de la desilusión de la percepción del mundo de la generación anterior. Su lectura del mundo se sintetiza en el lema "todo vale para todos", y esto, según la autora antes mencionada, es "la rebelión contra la fosilización de las culturas de clase y contra el predominio etnocéntrico de la única cultura correcta y auténtica, es decir, la herencia cultural occidental".

Encontramos, hoy, una sociedad en la que las palabras que son esenciales para pensar la problemática de los valores y de la identidad han perdido el sentido, a saber, justicia, gloria, virtud, razón, responsabilidad. Vivimos, entonces, en un período sin referentes para la acción moral.

¿Cómo pensar la identidad sin referentes históricos y sin la posibilidad de encontrar en las tradiciones el lugar desde donde proyectarse? ¿Cómo hacerlo si la voluntad parece aletargada cuando no lastimada?

Muchos son los factores que han provocado esta situación, entre ellos, el surgimiento de una sociedad de masas cuya psicología es la de la incomunicación "-que no es aislamiento ni soledad-, la de su adaptabilidad, la de su excitabilidad y carencias de normas, la de su capacidad de consumo, unida a su incapacidad de juzgar o, incluso, distinguir, y, sobre todo, ese egocentrismo y esa fatídica alienación ante el mundo"

Otro factor es la influencia de los medios masivos de comunicación con su carácter narcotizante, generador de un neoanalfabetismo hiperinformatizado a la vez que acrítico y desapasionado, a lo que se suma la pérdida de claridad de las funciones sociales de los individuos ante la reestructuración de las relaciones laborales. Todos ellos son emblemas de la instrumentalidad de la razón.

Sin rol específico que identifique la pertenencia a algún grupo social, sin pasión más que para ciertos eventos deportivos y con todas las posibilidades tecnológicas de comunicación a su alcance, el sujeto de hoy no puede sentirse expresado en un discurso omniabarcativo a pesar de la transculturalidad de todo lo recién mencionado. Puede identificarse por lo que consume: noticias, vestimenta, diversión.

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Pero los elementos de consumo no están elaborados para permanecer, sino para ser agotados. Y, así, la elaboración de la angustia ante la falta de un discurso de permanencia se posterga ante nuevas posibilidades de consumo.

Cuando se vuelve sobre esta realidad, el hermeneuta se encuentra con que falta el discurso fundante capaz de abarcar el abanico de diferencias propio de todo imaginario social. Falta el deseo de compromiso porque es imposible reconocer a qué grupo se pertenece, en consecuencia, las instituciones pierden credibilidad y la efectividad de las normas se torna cuestionable, cuando no nula e inconcebible.

Hay más bien una conciencia de estar en tránsito, sin materiales tabú que puedan interferir en las decisiones particulares, antes que una conciencia reconciliadora, guardiana del orden y la permanencia de las tradiciones.

Si la lógica de la identidad suponía una subjetividad constitutiva de significado, ya no se puede seguir pensándola así. La identidad, hoy, refiere más bien a una autotrascendencia personal y autónoma que a un supuesto de reconocimiento sustancial de reconciliación política y cultural.

Si de lo que se trata es de vivir al día, ya sea por cuestiones de falta de estabilidad laboral o por falta de solidez en los vínculos afectivos o de proyectos personales, el sujeto es incapaz de reconocerse como actor de su propia vida en donde lo imprevisible - que debería ser sólo un contribuyente al propio destino- se convierte en el acontecimiento por excelencia.

Sólo cuando el sujeto sea capaz de reconocer la unidad del relato que es su propia vida, podrá hablarse de una identidad cultural o identidad ética. Sólo un sujeto con estima de sí puede decidir sobre lo que es conveniente o beneficioso entre la cantidad y variedad de ofertas que se le presentan al estar expuesto continuamente y sin de otro referente que no sea su sí mismo.

Pertenencia, estima de sí y autonomía

La estima de sí supone un juicio moral de situación y, por lo tanto, un carácter mediador. Esta se complementa con el respeto de sí como constitutivo básico de cualquier identidad "porque cuando en situaciones concretas la norma no puede ser una guía para la praxis, la estima de sí no sólo es una fuente, sino también un recurso para el respeto de sí, y es de esta relación entre situación ética (estima de sí) y norma moral (respeto de sí) que surge toda sabiduría práctica del juicio moral en situación"

En consecuencia, sólo cuando se vislumbra un horizonte donde la prudencia hace de cable a tierra puede pensarse en una obligación moral que evite la mala acción y el desinterés; por ello, no es difícil comprobar el bajo y hasta nulo nivel de autoestima de los individuos en cualquier sociedad en crisis, pero especialmente en la nuestra.

La tarea del hermeneuta es, entonces, repensar los supuestos que permitan recuperar la posibilidad de la autoestima y de la estima en la relación con el otro, de vislumbrar un horizonte de sentido que vaya más allá de la pantalla de televisión y de recrear los espacios en los que la discusión, el debate público sean posibles. Sin estos requisitos elementales, superar la crisis parece imposible, y el discurso de la identidad sería mesiánico y no humano.

De lo que se trata, cuando se habla de identidad cultural, es de aceptar al otro como parte necesaria para un sí mismo y para toda la comunidad que conforme el imaginario.

Mantenerse en la indiferencia es sólo posible para un pensamiento que no le interesa el obrar. Desde esta actitud errante, se privilegia lo fragmentario y la falsa autonomía, condiciones sobre las cuales es muy fácil encontrar testimonio en la actualidad.

La acción humana requiere siempre proyectos que la orienten; y así, es posible pensar la identidad cultural cuando me reconozco parte fundamental, imprescindible y responsable de la efectivización de los proyectos desde el lugar donde realice mi obrar: educación, política, administración, etc.

Si bien, como dice Adorno, no hay valor para pensar el todo, porque se duda en poder transformarlo, se trata de seguir intentando. El primer camino será el reencontrar el sentido de la experiencia de pertenecer a una comunidad sabiendo que los sistemas de exclusión son tan fuertes que han llegado a erosionar las bases mismas de la cultura (la cooperación intersubjetiva parece funcionar de maravillas cuando se trata de luchar contra los peligros de la naturaleza o de los ataques de otros grupos desestabilizadores y menos desinhibidos, pero esto más como instinto de supervivencia que como cuidado moral o autocrítica social).

Se trata de reconfigurar la realidad. De hecho, hoy, se oyen voces que claman seguridad, respeto, orden que quieren ser tolerantes sin verse maltratadas. Estos son vestigios inconfundibles de una identidad que no quiera verse asfixiada y que quiere superar la desagradable idea de que el otro, por ser otro, sea el enemigo.

Se trata de reinstalar la confianza, la esperanza, la utopía de una vida mejor.

La ideología tecnocrática sólo busca alimentarse a costa de cualquier sacrificio humano. Ya varias décadas atrás, se había visualizado el inminente peligro de la tecnocratización de la vida. Lo que ayer era inminente, hoy es real, está vigente y, si bien han surgido grupos contestatarios que privilegian la vida por sobre los adelantos tecnocráticos, esto es aún insuficiente desde una perspectiva humanitaria y ecológica.

Falta el replanteo radical, drástico, del rol del hombre en una sociedad que ofrezca no sólo oportunidades -cada vez menores- de empleo y -cada vez mayores- de consumo. Mientras falte la estabilidad política, económica, educativa y/o laboral; mientras no existan leyes que amparen, protejan y orienten a todos los individuos por igual sin privilegios y sin encubrimientos; mientras que la vida se vea amenazada, no se podrá saber con claridad de qué hablamos cuando decimos que hablamos de identidad cultural.

Si la ideología deforma y la utopía está en retirada, se trata de alcanzar la convicción, desde uno mismo, de que las soluciones de los problemas son posibles sin soluciones irracionales o teñidas de odio, sino respetuosas de la vida por sobre todas las cosas, ya que no hay identidad donde no hay vida, y la nuestra corre cada vez más serios peligros.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Regionalización actual e historia de la regonalización en Chile



centro de estudios chiloeautonomo

Todo programa de gobierno tiende, como finalidad última a lograr un equilibrado y sostenido bienestar socioeconómico para la totalidad de la población.

Este fin se alcanza a través de la planificación nacional, que determina los objetivos, criterios y medios para lograr el desarrollo del país. A partir de esta planificación y de las políticas que se desprenden de ella se genera la regionalización.

El proceso de Regionalización consiste en la organización del territorio en áreas con características bien definidas que a la vez forman parte de un sistema integrado de nivel nacional.

1.2 Antecedentes del sistema regional de chile.

La división político administrativa del territorio nacional dice relación con una determinada forma en que éste es organizado y estructurado internamente, en como se determinan subdivisiones a lo largo del territorio y se dotan a cada una, en sus diferentes niveles, de autoridades con determinadas funciones y órganos de gobierno.

La administración de estas unidades territoriales es una organización jerárquica cuyo nivel superior es la autoridad nacional (central) representada en el Presidente de la República quien delega en el intendente funciones político-administrativas en el marco de la región lo mismo que en el gobernador que lo representa en el ámbito provincial. El municipio presidido por el Alcalde administra la menor de las unidades territoriales, la comuna, en coordinación con el nivel regional.

Con anterioridad a la actual regionalización en los años 50' la CORFO dividió al país sobre la base de un criterio de homogeneidad geográfica y económica relevando el potencial y dotación de recursos naturales, población y vocación económica del espacio región. Más tarde ODEPLAN en el segundo lustro de los 60' diseño una nueva regionalización sobre la base de un agrupamiento provincial, en donde cada región se articulaba por una ciudad o polo de desarrollo y con el propósito de potenciar un crecimiento económico y social equilibrado.

La actual regionalización (CONARA 1974) se plantea como metas incrementar la integración y seguridad nacional; promover un desarrollo armónico y equilibrado; descentralizar la acción gubernativa. Administrativa y desconcentrar las atribuciones del ejecutivo. La descentralización se debe traducir en las transferencias de competencias desde el nivel central a

s restantes y la desconcentración debe materializarse como traspaso de atribuciones desde el jefe de Estado a otras autoridades de menor rango.

Sin embargo, lejos de haberse alcanzado, estas metas son aun una tarea pendiente. En general ^arte de ello pareciera deberse a que el centralismo en Chile es un fenómeno arraigado desde el pasado colonial y ha constituido una constante a lo largo de nuestra evolución histórica.

1. REGIONALIZACIONES ANTERIORES

No obstante lo afirmado, previo a la regionalización actual, fueron elaboradas en nuestro país otras regionalizaciones y entre ellas cabe destacar las que hicieron la Corporación de Fomento de la Producción -CORFO- y la Oficina de Planificación Nacional -ODEPLAN-.

a) Las regiones de la CORFO

Hacia 1950, la CORFO publicó los primeros volúmenes de la "Geografía Económica de Chile". En ellos se daba a conocer la división del país en 6 zonas, atendiendo a las características físicas, humanas y económicas. Las regiones de la CORFO hasta hoy se utilizan como referencia. pero tenían la desventaja de establecer regiones muy extensas y sin organización administrativa.

- Norte Grande: Comprendía las provincias de Tarapacá y Antofagasta. Es decir, desde el límite norte (17°30' L.S.) hasta aproximadamente los 26° L.S. Región de condiciones desérticas, siendo su actividad económica fundamental la minería y la pesca.

- Norte Chico: Incluía las provincias de Atacama y Coquimbo, entre los 26° L.S. y los 32° L.S. aproximadamente.

Esta región presenta condiciones semiáridas y de estepa, con gran irregularidad en las lluvias.

Desde el punto de su morfología se destaca la posición de cordones montañosos en sentido transversal a la costa.

En esta área se comienza a desarrollar la agricultura de riego, que se complementa con la actividad minera.

- Zona Central: Región que se extiende entre los 32° L.S. y los 37° L.S.. Comprendiendo las provincias de Aconcagua, Valparaíso, Santiago, 0'Higgins. Colchagua. Curicó. Talca Linares, Maule y Nuble.

Frente al aumento de la precipitación resulta un clima mediterráneo. La existencia de valles y el clima antes mencionado explica por qué esta zona es la de más antiguo poblamiento y la más densamente poblada del país, concentrando más del 75% de los habitantes de la nación.

- Concepción y la Frontera: Región integrada por las provincias de Concepción, BioBÍo. Malleco, Arauco y Cautín (entre los 36.5° y los 39.5° L.S.) Clima húmedo, permite el cultivo de cereales industriales; explotación forestal; zonas urbanas de importancia (Concepción) y puertos como Talcahuano.

- Región de los Lagos: Formaban esta región las provincias de Valdivia. Osorno y Llanquihue -desde 39.5° hasta los 41° L.S.-Numerosos lagos se presentan en las zonas precordilleranas y cordilleranas, dándole un sello particular al paisaje, de donde deriva el nombre de esta región de vocación silvoagropecuarias.

- Región de los Canales: Esta región estarcida y configurada por las provincias de Chiloé, Aysén y Magallanes, abarcando desde 41.5°56° L.S.

Se observa un desmembramiento geográfico en islas, archipiélagos. Penínsulas canales y fiordos, cuya riqueza está centrada en la explotación de recursos marinos, pecuarios e hidrocarburos.

b) Regionalización de ODEPLAN

La segunda experiencia de regionalización en Chile se conoció a través de los estudios que realizó la Oficina de Planificación Nacional (ODEPLAN) entre 1965 y 1968. Basados en la 'Teoría de polos de desarrollo". Aplicando ésta, se dividía el país en once regiones y una zona metropolitana las cuales estaban formadas por agrupamientos de provincias. El proyecto distinguía para cada región un polo de desarrollo o crecimiento, constituidos por centros urbanos, que concentraran población, tuvieran la casi totalidad de las actividades secundarias y terciarias y ejercieran influencia sobre otras áreas territoriales.

El estudio de ODEPLAN consideraba que cada región contaría con la necesaria autonomía administrativa y una especialización en la producción de bienes y servicios, con lo cual se originarían interrelaciones entre los polos y por ende contribuiría a la integración nacional. Por último, hacía hincapié en la creación de mecanismos de participación de los propios habitantes en la planificación regional

Los estudios realizados por estas regionalizaciones no carecieron de validez. Sin embargo, dieron mayor énfasis al proceso formal de división del territorio nacional sin considerar el carácter político-administrativo que sustenta la actual regionalización, que otorga mayores y eficaces atribuciones a las autoridades regionales y a una mayor asignación de recursos.

De allí que la vigente regionalización considera los elementos físicos, económicos y sociales que entrañaban las antiguas regionalizaciones y los complementa con el actual sistema de gobierno y administración interior del país a nivel nacional, regional y local.

2. CONARA: Planificación y ejecución de la actual regionalización

El proceso de regionalización es una reforma gradual y compleja, para lo cual se creó un organismo específico que la estudiara y la pusiera en marcha: la Comisión Nacional de la Reforma Administrativa. CONARA, (Decreto Ley No 212, diciembre 1973). que funcionó hasta 1983.

Este organismo llevó a cabo un diagnóstico de la realidad del país en términos de un análisis de la división política-administrativa y de la situación socioeconómica vivida por cada una de las regiones.

De allí que se observó la existencia de variadas distorsiones a nivel nacional que dicen relación con los siguientes aspectos:

a) En la capital nacional se concentraba todo el poder de la administración pública, lo que impedía la toma de decisiones en las provincias.

b) Localización del poder económico en Santiago, tanto de la actividad productiva como de los agentes de decisión económica (bolsa de comercio, autoridades, etc).

Esto produjo un acelerado crecimiento de la capital, migración de otras ciudades y áreas rurales, descenso de la calidad de vida. Expansión urbana sin control, etc.

c) La incesante migración de la provincia a la capital creó un desequilibrio de la distribución de la población en el país. en desmedro de las provincias extremas y de los sectores fronterizos.

d) Desigual desarrollo nacional debido a la insuficiente y desequilibrada explotación de los recursos.

El diagnóstico de la CONARA determinó iniciar una nueva división territorial y establecer un sistema político administrativo acorde con ella. Esto se plasmó en los decretos leyes No 573 y 575 del 8 de Julio de 1974 que pusieron en vigencia la actual regionalización y la consiguiente Reforma de Gobierno y Administración Interior del Estado.

Primero se aplicó con la creación de cinco regiones pilotos (I, II, VIII. XI. XII); se seleccionaron cuatro regiones extremas atendiendo a su situación geográfica y a sus anteriores experiencias a nivel de planificación y desarrollo regional. La región del Bio Bío (VIH) fue considerada por su carácter multiprovincial y por su infraestructura técnica y económica. La experiencia de estas cinco regiones debía servir de base para rectificar y complementar el sistema. Así. en 1976 se extendió a todo el territorio la nueva división de doce regiones y Área Metropolitana. En el año 1979 se consolido el proceso de regionalización,. Dando límites a las regiones y provincias del país y dividiendo estas últimas en sus respectivas comunas.

1.3 LOS FUNDAMENTOS Y OBJETIVOS DE LA REGIONALIZACIÓN.

Principios y objetivos de la Regionalización

La regionalización obedece a objetivos y a ciertos criterios bien definidos, desde el comienzo mismo del proceso. Podrán haber existido ciertas rectificaciones o cambios en relación con determinadas políticas o en aspectos puntuales, pero los elementos inspiradores del sistema han sido ratificados constantemente dentro de una evolución lógica.

Los fundamentos de la regionalización son lograr:

a) Un equilibrio entre el aprovechamiento de los recursos naturales, la distribución geográfica de la población y la seguridad nacional.

b) Una participación real de la población en la definición de su propio destino, contribuyendo y comprometiéndose con los objetivos superiores de su región y del país. c) Una igualdad de oportunidades para alcanzar los beneficios que reportaré el proceso de desarrollo en que está empeñado el gobierno. d) Existencia de un equilibrio fronterizo bien definido y cohesión interna del país. En términos muy generales podríamos decir que a través de la regionalización se pretende facilitar el desarrollo del país. Considerando el todo y cada una de las partes territoriales en que aquél se divide Sobre la base de una adecuada integración nacional.

Por tanto, los conceptos de Desarrollo y de Integración están permanentemente presentes en la normativa y en la gestión vinculada al proceso regional, y permiten ilustrar el verdadero alcance del mismo.

CRITERIOS Y OBJETIVOS DE LA REG10NALIZAC1ÓN

a) La división territorial

Opera dentro de un contexto de unidad estatal

Las regiones forman parte de un solo Estado, lo que implica una única asociación política y ordenamiento jurídico, descartándose cualquier atisbo de régimen federal.

b) Organización jerarquizada

La estructura y atributos de las Regiones operan dentro de la estructura jerarquizada del Estado. De esta manera, se establecen niveles territoriales (de regiones, provincias y comunas) y jerarquización de autoridades (Intendentes, gobernadores y alcaldes).

c) Desarrollo integral equilibrado

El desarrollo del país compromete aspectos económicos, sociales y culturales, el que se logra a través de un aprovechamiento del territorio y de sus recursos naturales y de una distribución adecuada de la población,

d) Rol dinámico de la comunidad regional

Para tal efecto, deben tener la posibilidad de participar en la definición de su propio destino y en la solución de sus problemas, contando con facultades de decisión, pero encuadrándose siempre dentro de las limitaciones que determinan los objetivos superiores del país.

e) Desconcentración Administrativa

La organización administrativa debe ser desconcentrada, para que las regiones puedan recibir los beneficios de la actuación del sector público. Por esto. deben contar con los medios para plantear sus políticas de desarrollo y. en función de estas últimas, elaborar programas y proyectos.

f) Integración de los sectores

La idea de la integración sectorial hay que entenderla con una doble perspectiva.

- Se propugna que el sector público y el sector privado actúen en forma armónica, complementándose recíprocamente,

- Los diferentes servicios y órganos que pertenecen al sector público del: actuar en forma coordinaos conformando un sólo sistema que permita el mejor empleo de los recursos

g) Realidad Geopolítica

La división regional y las políticas desarrollo pertinentes, consideran situación geopolítica de Chile como: integrante de Sudamérica y en proyección en el Continente Antártico. El contexto del Océano Pacífico.

h) La Seguridad Nacional

La regionalización debe considerar una división territorial que permita la ocupación poblacional y el desarrollo económico de espacios vacíos o alejados, en los que se ejerza plena soberanía.

La amplitud de la Regionalización

Los principios y objetivos de la regionalización demuestran que se trata de un proceso que compromete, no sólo la estructura de la Administración Pública sino que todo el quehacer nacional.

Esta nueva forma de división del territorio nacional supone un cambio profundo, cuya finalidad es lograr un desarrollo integral de Chile. A través del aprovechamiento óptimo de sus recursos nacionales y regionales, dentro de un contexto de relación equilibrada.

DIVISIÓN POLÍTICO-ADMINISTRATIVA ACTUAL

La división política y administrativa del país implica un ordenamiento y organización de éste, sobre todo en relación a las actividades políticas, socio-económicas y administrativas.

Actualmente el territorio nacional se encuentra dividido en 15 regiones, subdivididas en provincias y éstas en comunas.

Región: Unidad territorial mayor, con características geográficas e intereses socioeconómicos más o menos semejantes. Posee un lugar central como centro administrativo. Además contiene una población suficiente para impulsar el desarrollo.

Provincia: Unidad territorial intermedia (Micro región), con características económicas semejantes, contempla un conjunto de

Poblaciones urbanas y rurales unidas a través de vías de comunicación que convergen en un centro urbano principal, el que posee equipamiento suficiente para satisfacer las necesidades de los habitantes.

Comuna: Unidad territorial menor, destinada a que la administración se realice en forma más directa y cercana a la población. Su delimitación se basa en las características socioeconómicas y necesidades específicas de los habitantes de la localidad.

La administración de estas unidades se desprende de la autoridad central y se ejerce a través de los Intendentes (regiones), Gobernadores (provincias) y Alcaldes (comunas). El Intendente es la autoridad máxima de la región, determina las políticas de desarrollo, fiscaliza el sistema administrativo y aprueba el presupuesto regional. Preside el COREDE (Consejo Regional de Desarrollo) y es nombrado por el Presidente de la República.

El Gobernador es la máxima autoridad de la provincia y es designado por el Presidente de la República. El Alcalde es la autoridad comunal y tiene facultades para resolver los problemas locales.

Es electo por votación popular administra los recursos municipales, coordina las diversas funciones y preside el Consejo Municipal, órgano normativo, resolutivo y fiscalizador integrado por los concejales.

Como forma de desconcentración administrativa, existen las Secretarías Regionales Ministeriales (SEREMI), las Secretarías de Planificación y Coordinación (SERPLAC).

Además, el sistema administrativo contempla organismos, que actúen como expresión de la participación de la comunidad en la toma de decisiones. Con este fin se contempló el funcionamiento de los Consejos de Desarrollo Regionales y Comunales, Juntas de Vecinos y otros.

1.4. Requisitos de una región.

Las peculiaridades derivadas de la forma y diversidad física de su territorio, constituyen sin lugar a dudas una de las principales características que hacen de Chile un país en extremo singular, donde el contraste parece ser la tónica dominante.

Generalmente se ha dividido a Chile en zonas o áreas naturales las cuales presentan homogeneidad relativa en cuanto a aspectos físicos (relieve, clima, suelos, vegetación, hidrografía). La combinación de estos factores ambientales determina un paisaje característico que ofrece posibilidades y limitaciones a la habitabilidad y a la disponibilidad de recursos y condiciona por ello sus características poblacionales y actividades económicas.

Región para Chiloé

Autor:karv vilu

Uno de los problemas más graves por la que atraviesa nuestro territorio y única forma y particularidad de vida llamada Isla de Chiloé por algunos y Fvta Wapi Chilwe por otros, es el descalabro medio ambiental en la que quedó Chiloé después de la buena ventura creada por los ideólogos y amigos de uno de los sistemas inhumanos más grandes por la que la historia de la humanidad está atravesando. Me refiero al sistema capitalista neoliberal instaurado en la época de los ochenta por el asesino y servidor de los intereses de EEUU y sus correligionarios que a viva voz predicaron el auge de Chile y un futuro próspero que en la teoría, nos instalaría junto a los países desarrollados del mundo. Hoy, con más claridad, observamos que aquella bolita mágica en la que se veía el porvenir no era otra, que la farsa constante de unos pocos, preparados, educados y privilegiados de Chile, en busca del engrandecimiento de sus bolsillos , y la constante de arrastrarse al poder y al servicio de los capitales foráneos. El mismo indo que otrora se comportara servicial al dios poderoso de aquella época, que hizo desaparecer formas culturales de vida, asesinando en la miseria y la pobreza a 65 millones de personas en toda América. Son estos los mismos traidores y vende patria que tienen sumidos en la pobreza a una mayoría que solo intenta la valoración, respeto de sus hermanos acomodados y a los que se les entrega la posibilidad en cada evento eleccionario de administrar los designios de la patria nueva. Para una convivencia acorde y próspera en la que se logre enfrentar el futuro civilizadamente. Estos, los cristianos que con la hipocresía constante se golpean el pecho para remisión de su angustioso andar. Son estos señores del predicamento de la farsa, los que tienen sumidos en la incertidumbre a los isleños de Chiloé, los que perdieron sus trabajos en la afamada y auspiciosa época de la fiebre del salmón, lo mismo que aconteció con la fiebre del loco, la fiebre de las algas grácilarias, luego será la papa, los bosques y otras más. Los que prometieron un puente, los que prometieron participación con consultas públicas, a los diferentes problemas en la que se involucre la ciudadanía isleña, los que hablaron de una autonomía hospitalaria, conectividad y tantas otras falsedades y promesas sin cumplir, son estos los bien aventurados, que tienen a mi isla dividida en la discusión vana y la vez ideologizada y estructurados las mentecitas en la simplicidad y la arrogancia devastadora de la ignorancia. Son estos los que mantienen la pugna y discusión constante de que Frei o Piñera u otro solucionarán los problemas de trabajo, justicia, dignidad que aqueja a los isleños, cuando en el fondo la culpa de todo lo tiene una constitución antidemocrática que mantiene a la maza mayoritaria, sirviendo a los intereses de una minoría, la que se oculta en algún resquicio legal de esta ambigua pero suculenta máquina de la esclavitud , mientras legitimamos con nuestro voto el derecho de los usurpadores a mantenernos bajo su yugo . Hoy, la tristeza embarga los corazones y vemos desde la impotencia como se vende la tierra, el mar y los bosques a los poderosos de Chile, Filipina, Noruega, España, con la consigna de la inversión del capital para la creación de fuentes laborales, que bien es sabido por los que tienen dos dedos de frente, que tan solo es pan para hoy y hambre para el mañana. Somos nosotros, los isleños, los que vamos a vivir generación tras generación en Chiloé, somos nosotros, los isleños, los que padeceremos y padecemos la agonía por la ambición de aquellos que no nos respetan ni nos valoran , somos nosotros, los seres-humanos isleños, los que no debemos estar impávidos ante la catástrofe en la que nos quieren involucrar los infames señores de la farsa, y cuando digo catástrofe me refiero al medio ambiente del cual hemos vivido por siempre, de la cultura y nuestra dignidad identitaria pisoteada por la ambición de aquellos que promulgan la justicia social, la participación democrática y las decisiones en las épocas de elecciones, para después pasarse por el ano y hacer oídos sordos a nuestras peticiones o esperan que Chiloé se levante en pie de guerra como nuestros hermanos Mapuches a quienes han pisoteado desde 1881 para después instalar leyes antiterroristas, aquellas que defiendan los intereses de la clase dominante , y de garantía para las inversiones capitalistas y destructoras de sociedades humildes. Chiloé debe de dejar de estar en un autismo e indiferencia con aquellos fenómenos destructivos que en nada contribuyen a nuestro progreso y desarrollo , a los intelectuales, teóricos e historiadores isleños una pregunta que siempre se mantiene en la retina de nosotros los que de una u otra forma creemos en ellos como conductores y líderes de nuestro pueblo, que nos guíen al camino de la cordura, de la honestidad, la verdad, la justicia y hacia el rescate de los valores ancestrales que se han logrado mantener a pesar de la discordia , los decretos infames y devastadores de las leyes que angustia el porvenir de nuestro pueblo, ojala que de ellos florezca el bichito librepensador, que alcance a dimensionar la apología para la construcción de un forma distinta y particularizada que nos reordene y estructure la conciencia de los que somos parte de una unidad ideológica e identitaria que nos de los lineamientos para la conformación de una mirada diferente, la que nos alejará de los planes siniestros de los conservadores y señores del desastre. Que seamos capaces de capitalizar las ideas isleñas, que nos unan por sobre las ideas que nos dividen, nos destruyen y nos mal gobiernan.

Hoy, resuenan a los cuatro vientos, frases que deben quedar en los anales y oídos de nosotros los isleños, Región, frase frecuente y subsecuente de los actores políticos que buscan reencantar a la ciudadanía isleña, después de las mentiras y promesas falsas de un porvenir mejor para Chiloé, ¿cuál es la garantía de que Chiloé sea una región? Por lo que yo veo en cuanto a región se refiere, los cargos importantes como es el caso del intendente y los secretarios regionales ministeriales (SEREMI) más la planta de asesoria técnica administrativa (GORE) que a su vez se subdivide en dos divisiones administrativas y finanzas el (DAF), análisis y control de gestión (DACG),como se podrá ver toda la administración política recae en el gobierno regional, que posibilita una administración sectarista y antidemocrática que conlleva a los vicios que comúnmente está acostumbrada horrorosamente la ciudadanía chilena, puede parecer un chiste de mal gusto, pero el intendente regional es un cargo de confianza que es otorgado por el Presidente de la República, la que normalmente recae en aquella persona que es funcional a la política gubernamental e institucionalidad ideológica de turno. Lo que de nuevo demuestra que las decisiones políticas recaerán en el poder central, cosa que se contradice cuando se habla de que la administración de una región tenga más independencia, que sea capaz de desarrollar sus propias políticas y necesidades. ¿Por qué creo esto? es que de acuerdo a las actuales formas como se confronta o se desarrolla el poder político y como se distribuye el poder. La mayoría de las veces la ideología política que pregona algún actor o militante no necesariamente representa idiosincrásicamente e ideológicamente ha alguna unidad territorial y que lamentablemente para los pueblos que coexistimos con algún tipo de particularidad, cultura e identidad más que abrir los espacios hacia un desarrollo equilibrado (cultura, educación, trabajo, salud, identidad, protección al medio ambiente, producción y distribución de la riqueza ) se transforma en un obstáculo en la que traba el desarrollo en equidad y equilibrio , porque elegir a algún representante con tendencia ideológica en alguna elección política democrática no sugiere que efectivamente este sea el representante de toda una unidad territorial, la imposibilidad que este delegado de las estructuras jerarquizadas (Diputado, Senador Intendente, Gobernador), lógicamente se contrapone con el pensamiento y forma de las identidades culturales como la nuestra porque son las ideologías estructuradas las que son dueños de la personas, abanderados agentes leales, que además de mantener una división constante en el pueblo, ricos, pobres, cristianos, agnósticos, ideologías contra ideologías, mujeres contra los hombres etc., mas que contribuir se crea un proceso involutivo y destructivo de desarrollo humano, centraliza el pensamiento en Santiago dando paso a los gurú de algún tipo de filosofía que por el hecho de vivir en el centro actúa, egolatricamente y en forma absolutista que tampoco garantiza equilibrio, solo hay que mirar la televisión y de nuevo estamos centralizados, através de las noticias, la información política , las telenovelas el deporte etc. etc. Es en tanto que una región suena como la posibilidad que necesitamos los pueblos identitario como Chiloé, pero que también es cierto que esto no garantiza una contribución tributaria que se establezca en Chiloé según la forma como funciona una región en chile, tampoco garantiza que las identidades culturales como es la chilota y la willice se respeten, el ejemplo es la Región de la Araucanía , que vive en una constante demanda de justicia e equidad, donde el respeto por una de las identidades más poderosas de la historia Americana no se condice con las ideas fundamentadas de lo que es una región, las decisiones y la participación ciudadana en las formas de administración y políticas de cómo y de que manera deseamos vivir, hacer y cuidar nuestro territorio, cuando en la practica son otros, los centralizados los que dirigen los designios de pueblos históricamente con identidad y cultura propia como es la Isla de Chiloé socialmente pluricultural y territorialmente demarcada y filosóficamente diferente al continente. Es necesario crear el dialogo coherente he informado, con una ciudadana informada y preparada que nos configure hacia un pensamiento visionario de nuestra única y particular forma de vida sin las intromisiones de los gurú de las ideologías foráneas y de los intereses mezquinos que nos han mantenido, nos mantienen en la ignorancia, la pobreza económica, cultural, proscritos en nuestra propia tierra.

Más información sobre que es una Región y que es una Autonomía, que es lo que conviene como sociedad Chilota. Lo encuentras en www.chiloeautonomo6.blogspot.com

chiloeautonomo@gmail.com

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Ciudadanía e identidad





Por: Isolde Reuque Paillalef

En este documento examinamos con cuidado los conceptos de ciudadanía e identidad, sus contradicciones y dificultades en un país multiétnico, y que son observables hoy en Chile.

Al comenzar esta reflexión no puedo desconocer un ligero avance por reconocer las diversidades existentes en el mundo. A pesar de las discriminaciones y la invisibilidad de los pueblos originarios, a pesar del crecimiento de la riqueza, de un desarrollo científico técnico inimaginable y del desmoronamiento de fronteras, se mantienen la pobreza, las desigualdades, las discriminaciones y conflictos de todo tipo; en suma, la infelicidad para millones de habitantes del planeta. Pero con la diversidad de pueblos originarios que tiene el mundo, se genera la esperanza de que sean posibles las respuestas para construir sociedades más visibles para todos.

Al observar el fenómeno de la globalización de las comunicaciones, de los mercados y la influencia de la educación y la religión que han desdibujado y borrado fronteras, los países conservan identidades nacionales, formas culturales y modos de relación social que los hacen distintos unos de otros. Incluso al interior de las propias fronteras nacionales viven pueblos originarios e identidades múltiples.

Con estos antecedentes, la pregunta que surge es ?qué es la ciudadanía e identidad? En función de la construcción de identidad y el explosivo crecimiento de las ciudades en todo el país, nos vemos enfrentados a nuevos retos y a la reestructuración de los parámetros iniciales que se refieren a ambos conceptos. Por un lado, tenemos el concepto de ciudadanía que se define como la calidad y el derecho del ciudadano. El concepto de ciudadano se origina de la palabra ciudad que quiere decir comunidad que disfruta de un estatus administrativo característico, determinado por el volumen de su población, y en donde el hombre está en posesión de todos los derechos que brinda la ciudad o al menos tiene acceso.

Por otro lado, el concepto de identidad etimológicamente tiene que ver con el concepto de identificación; proceso que tiene que ver con una opción personal del yo que acepta e integra en su voluntad, es decir, sujeto a su control inmediato y en consonancia con el resto del yo en el tiempo. Por lo tanto, el concepto identidad sugiere un conjunto de representaciones que cada sujeto tiene de sí mismo, las que a su vez se sustentan en representaciones del otro u otra. La identidad permite a los individuos reconocerse como iguales o semejantes y también como diferentes, teniendo como base el intercambio entre los grupos inmediatos y entre la sociedad toda. Las características sociales, corporales y subjetivas que la conforman, otorgan valor a los individuos. La representación que alguien tiene de sí, se afirmará, con mayor o menor fuerza, si es valorada grupal y culturalmente como positiva o negativa. En definitiva, la identidad es un asunto de afirmación de uno mismo y, paralelamente, de exclusión del otro. Por ejemplo se es chileno en antítesis a la pertenencia a otra nacionalidad.

Ciudadanía e identidad

Al referirnos a los conceptos de ciudadanía e identidad en términos generales vemos que la construcción de identidad se desarrolla en función del ambiente en que le toca vivir al hombre y compartir diariamente como son el espacio geográfico, la pertenencia étnica, la religión, el idioma, etc. Sin embargo, con la instauración del Estado-Nación, todos los aspectos de la construcción de identidad se ven atravesados por el rol hegemónico que impone el Estado a través de la Constitución Política y las leyes. Obviamente esto implica un replanteamiento de las concepciones iniciales de ciudadanía e identidad. Esto no quiere decir que las concepciones primarias desaparezcan, sino que a partir de ellas se abre un abanico de nuevas concepciones.

Tenemos que la identidad cultural se expresa en dos niveles: en los discursos elaborados, articulados y rigurosos de los ciudadanos que están en el núcleo del Estado y en los discursos cotidianos y espontáneos que expresan la gran diversidad de la vida cotidiana de la gente o el ciudadano común y corriente (Larrain, 1996).

El proceso de construcción de identidad de toda agrupación humana tiene por objetivo la reproducción y su trascendencia en el tiempo (Maturana, 1984), para lo cual necesita elaborar certezas y sentidos sobre su situación en el cosmos. Las certezas tienen que ver con su relación en el mundo natural y los sentidos con su propia trascendencia y cosmovisión.

Tal como se describe en el documento vemos que ciudadanía es un concepto construido por el Estado para llevar a cabo sus objetivos como país y es hegemónico y jerarquizado, en cambio la identidad es una construcción que lleva a la participación de la persona, rescatando algunos valores que le son propios de su contexto, pero a su vez el Estado diseña estrategias para el tipo de hombre que quiere trabajar para lograr sus objetivos; este tipo de hombre que desea sustentar y reproducir a nivel individual y colectivo (Zúñiga, 1997). De esta forma, sus necesidades como Estado-Nación tienen estrecha relación con el mercado, disminuyendo así los espacios de libertad en la construcción de la identidad para los individuos, grupos sociales e indígenas. Esto nos hace ver que la identidad de un país es la ciudadanía, que se sustenta en una serie de reglas que el individuo debe conocer y respetar para mantener la armonía del Estado-Nación.

La identidad para los indígenas

Hasta el momento se ha tratado de elaborar la definición de ciudadanía e identidad a partir de las relaciones sociales compartidas.

En el sistema social chileno convive un importante porcentaje de población indígena (11% aproximadamente, según el censo 1992). Ser miembro de un grupo indígena es asumirse como tal y ser aceptado así por los demás, significa formar parte de un sistema social específico a través del cual se tiene acceso a la cultura autónoma, propia y distinta, entendida como un fenómeno social colectivo y no individual.

Entonces, la identidad indígena implica un estatuto de participación, culturalmente regulada, en las decisiones que ejerce el grupo indígena en el ámbito de su propia cultura. A esos derechos corresponden obligaciones, cuyo cumplimiento forma parte del desempeño individual de cada miembro, en su propia cultura y en la cultura nacional. A pesar de que la identidad indígena es un fenómeno social colectivo, no deja de ser expresada individualmente, lo que explica que el individuo, sin dejar de ejercer la cultura propia, mantiene su identidad en el ámbito social que le corresponde incorporarse cotidianamente por razones de trabajo, económicas, etc. En este sentido, depende de él, afirmar o negar su cultura, según las circunstancias.

La relación entre identidad nacional e indígena

En el proyecto histórico de la sociedad nacional se incluye un proyecto de país para alcanzar el desarrollo sustentable en el tiempo, ignorando, a propósito, aspectos básicos que conforman la identidad indígena, como: la estrecha relación con la naturaleza y su medio ambiente geográfico en el cual moraron sus antepasados y vivirán sus descendientes. A la sociedad indígena se la coloca dentro del proyecto del país. La pregunta es ?incorpora el Estado-Nación en sus decisiones la autonomía indígena y la recuperación de sus valores ancestrales o el proyecto apunta a alcanzar los objetivos de la modernidad, a costa de las valores y riquezas que proporciona la naturaleza para vivir?

El patrimonio cultural, heredado de los procesos permanentes de innovación, enajenación, apropiación, imposición, supresión y resistencia, conforman el inventario de recursos culturales propios que aseguran la permanencia histórica del grupo (et. al. Bonfil). Es decir, que el grupo indígena es capaz de decidir, conforme a su propios criterios, las decisiones del Estado-Nación y mantiene así sus características culturales. Por lo que la importancia de la negociación entre el Estado-Nación y las sociedades indígenas recobra importancia para disminuir los estados latentes de conflictos, que hacen posible la convivencia nacional y dan paso a diferentes alternativas dentro de la ciudadanía con identidad propia. Basta recordar lo sucedido en México, el 1 de enero de 1996, en el Estado de Chiapas.

Importancia de la negociación

Dentro del Estado-Nación, las políticas destinadas hacia los pueblos originarios que conviven en un mismo territorio nacional no son suficientes, puesto que la Constitución de la República no los reconoce en su diversidad étnica ni idiomática. Las instituciones que coordinan las políticas para estos pueblos indígenas minoritarios no tienen la autonomía necesaria para que mejoren su calidad de vida sin perder su identidad. Por ello, es necesaria la negociación, a través de la vía diplomática.

En el caso de Chile se ha implementado, de acuerdo a la Ley 19.253, la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena, CONADI con el fin de que este organismo público dependiente del Ministerio de Planificación y Cooperación promueva, coordine y ejecute políticas que tiendan a resguardar y mejorar el desarrollo integral de las personas y comunidades indígenas, especialmente en lo económico, social y cultural, e impulse su participación en la vida nacional. A pesar de la existencia de esta institución, es necesaria la negociación entre el Estado y los pueblos originarios como un medio para fortalecer la institucionalidad del Estado en términos democráticos.

El objetivo de la negociación es lograr un acuerdo entre grupos que tienen diferencias reconocidas. Estas negociaciones encierran un cúmulo de experiencias compartidas por ambas partes, que son puestas en común socializándose con el objeto de buscar en las diferencias los elementos comunes, sin perder de vista la cosmovisión de cada participante.

Pluriculturalidad y multiculturalidad: dificultades y contradicciones

Ciudadanía e identidad conforman un conjunto de elementos culturales propios de una cultura que convive en contextos pluriculturales y multiculturales. Cada nueva generación recibe elementos heredados que son propios y dinámicos de toda sociedad, con un tiempo histórico cíclico y el otro lineal. Por ejemplo, el elemento heredado por la ciudadanía chilena se identifica con los principios de las culturas totalmente diferentes como son la indígena (mapuche) y la española. Esta ciudadanía, con el correr de los tiempos, se ha ido mezclando entre sí, y a su vez con otras culturas, como las de los colonos que han llegado al territorio chileno: alemanes, suizos, franceses y otros. Entonces, ya no tienen la identidad pura de los tiempos precolombinos, ni de la época de la conquista y posterior colonización. Las culturas se han entrecruzado, fruto de los intercambios de la comunicación, el comercio, la educación, la religión.

El patrimonio cultural de la ciudadanía chilena tiene muy pocos elementos concretos que se hayan formado a partir de la cultura mapuche, por lo tanto, también muchos elementos de la cultura mapuche que se consideran puros y que se han transmitido de generación en generación no lo son. El resultado son procesos interpersonales que permiten a cada individuo apropiarse de valores culturales ajenos a su cultura, pero que les son útiles para el crecimiento y mantención de la misma. En este sentido se habla de la interculturalidad.

La interculturalidad

De acuerdo al análisis de la interculturalidad, las relaciones interétnicas estarán condicionadas por el proceso de construcción de las identidades que participen, y por los límites de carácter social y cultural que éstas establezcan. En esta perspectiva, se encuentra los aportes de Todorov (1989), quien demuestra en sus estudios que la cultura propia moldea la observación y la configuración de la imagen del otro, en otros términos, construye su identidad. Establece, de este modo, las formas de interpretación entre las dos culturas.

En palabras sencillas, Todorov va en busca del sentido ideológico-filosófico y social que determina el contacto interétnico, que en este análisis resulta ser el del dominio del otro, y al mismo tiempo, intenta captar cuándo éste intenta ser igualitario. En los personajes de la conquista, existen varios ejemplos, y uno de ellos es el del misionero franciscano Bernardino Sahagún, quien sin renunciar a su cultura, su modo de vida y su identidad, aprende a conocer profundamente la lengua y la cultura del otro, dedica toda su vida y acaba por compartir valores del otro, aquellos que al principio eran su objeto de estudio.

Este fundamento nos permite acercarnos al fenómeno de la interculturalidad, concepto que adquiere importancia para los pueblos indígenas, como uno de los caminos que conducen al respeto del otro con su diversidad cultural, con el que convive y se relaciona a diario, en un mismo espacio territorial.

La educación

Para analizar el tema de la educación y su importancia en la construcción de ciudadanía e identidad, necesariamente nos tenemos que remitir a la época de la colonia donde se desarrollaban diferentes mecanismos de mediación entre la sociedad hispano criolla y la mapuche, pero éstos siempre fueron asimétricas y de sometimiento para la cultura indígena mapuche.

Desde esa época a nuestros días, el panorama de sometimiento a través de la enseñanza educativa formal ha ido cambiando, porque también ha cambiado la realidad en el interior de los países latinoamericanos, y la fuerza del movimiento indígena ha reestructurado a nivel educacional una sociedad asimétrica, logrando una sociedad un poco más participativa que tiende al respeto del otro. Lo que en simples palabras quiere decir que el Estado ha dado visto bueno a la sabiduría de los indígenas, pero siempre resguardando los intereses generales del Estado hegemónico.

La comunicación

Vivimos en la era de la información y de la comunicación y nadie se puede comunicar como si fuera inmune a las influencias provenientes del medio. La forma cómo se envía el mensaje, cómo se lo recibe e interpreta afecta a la cultura. Por lo tanto, cuando interactúan personas con distintos antecedentes culturales, es probable que responda de manera distinta al mismo mensaje, debido al efecto de filtración de su propia cultura (Pizarro, Reuque y Vera 1996) En Chile siempre han convivido grupos humanos étnicamente diferenciados, con códigos culturales distintos, transmitidos de generación en generación. La comunicación, de esta manera, ayuda a darle forma a la cultura, mientras que la cultura es la esencia y el contexto donde surge la comunicación. Esta relación interdependiente se ilustra con precisión en el fenómeno de la comunicación intercultural, que se caracteriza por la interacción simbólica entre individuos y grupos que tienen diferencias culturales reconocidas. Estas variaciones afectan significativamente la forma y el resultado del encuentro.

Comunicación intercultural

Tomando en cuenta estos antecedentes, la comunicación intercultural puede ser definida como "el proceso de interacción simbólica que incluye a individuos y grupos que poseen diferencias culturales reconocidas en las percepciones y formas de conducta, de tal forma que esas variaciones afectarán significativamente la forma y el resultado del encuentro"(Asunción-Lande, 1986).

Los participantes de este encuentro intercultural interactúan apoyándose en suposiciones culturales propias, las cuales actúan como pantallas preceptúales de los mensajes que intercambian. En el marco de referencia cultural en el que cada comunicador interpreta desde su visión de mundo los mensajes, interpretaciones que pueden variar de una mínima a una máxima diferencia. En algunos casos estas diferencias pueden ser obvias mientras que otras pueden ser más sutiles.

Cabe hacer notar que en Chile el proceso de comunicación intercultural no se ha dado, existe un modo espontáneo de desarrollarse en las comunidades y en los círculos intelectuales mapuche, porque el indígena (mapuche), en el proceso de interculturalidad, ha resignificando o ha acomodado a su cultura elementos de la cultura extraña, distintos a su cosmovisión. Isolde Reuque P., dirigente mapuche, pertenece a la Asociación de Mujeres Mapuches de Chile.

ISOLDE REUQUE PERTENECE A LA ASOCIACION DE MUJERES MAPUCHES DE CHILE. ESTA ES PARTE DE SU INTERVENCION EN EL COLOQUIO PUEBLOS INDIGENAS Y ESTADO EN AMERICA LATINA, QUITO, 9 AL 11 DE JULIO DE 1998

FORMACIÓN DE LIDERES POLITICOS

La Política es ciencia, arte y tecnología.

chiloeAutonomo

Su función como ciencia es estudiar toda la teoría y la práctica referente a las realidades de la vida de un pueblo y de su inserción como pueblo en la comunidad internacional. Su objetivo es crear armonía y felicidad al máximo grado que sea posible en la vida de los ciudadanos. Para ello se auxilia de todo el legado de conocimiento disponible. Es increíble que se esté dedicando tanta gente inculta y perversa a algo que parece tan complejo (y realmente lo es). De solo leer la definición anterior se deduce que quienes deberían estar dedicados a la política tendrían que ser gente muy sensible, que le duela ver la infelicidad y la necesidad del ciudadano, del pueblo, y del mundo. Pero esta aparente contradicción tiene su explicación. Para el esquema y dinámicas actuales, las personas serias y estudiosas estamos muy ocupadas en sobrevivir como para hacer todo el ritual que conlleva la toma del poder y gobernar los pueblos. El hombre culto e inteligente casi siempre es un poco retraído como para ponerse delante del pueblo a ofrecer lo que no va a poder cumplir. Podemos afirmar que llegamos al punto neurálgico del problema; que un hombre serio y culto sabe que con lo que prometen actualmente los políticos no se va a lograr cumplir ante el pueblo aquello que se prometió para subir a gobernarlo. Esto le deja el camino libre para que los estafadores y mentirosos, suban al gobierno, ilusionando a los electores, para luego desfalcar al Estado mientras se hace el ridículo al no poder solucionar los problemas. Es tan grave, que en muchos países no se le explica ya al pueblo cómo se hará o ejecutará lo que se le promete. Claro está porque nadie sabe como hacerlo; y cómo prueba suben a hacer el ridículo delante de todo el mundo y no les importa porque salen con los bolsillos llenos. La Política como tecnología y como arte es muy compleja, pero no deja de ser alcanzable por quienes den con el procedimiento correcto para la administración de un pueblo. Es el momento adecuado para la formación de nuevos líderes políticos; una nueva generación de líderes que tome las riendas del poder y realice para el pueblo todos esos sueños y anhelos que desde hace tanto tiempo se les han pintado como sueños prohibidos. La cantidad de cambios que necesita la administración del Estado debe ser asimilada por una nueva fuerza, o por alguno de la vieja fuerza que tenga suficiente elasticidad mental para dicho proceso de asimilación. Mientras más cerca de la cabeza directora mayor es la tendencia a la corrupción y a los arreglos ocultos entre fuerzas frustrantes de la felicidad de los pueblos. A los integrantes de las viejas fuerzas les conviene más que todos creamos que es muy difícil o imposible conducir exitosamente a un pueblo. Si bien es cierto que no es fácil, por el método que ellos aplican, no es difícil sino que es imposible. Como prueba hemos visto desplazarse por el poder a todos los líderes de muchos países, en todas las ideologías y todos han fracasado. Formaremos a nuevos líderes políticos que sabrán explicar al pueblo cómo se les dará más felicidad; y que además les responderán todas sus dudas, y les demostrarán que en verdad es posible que la vida social sea exitosamente vivible. El primer paso en la formación de un líder político es conocer los principales sectores de poder de las naciones y del mundo; Los poderosos: (ricos, empresarios, comerciantes, líderes de alto rango) que controlan los medios de producción a los que hay que enseñarles que la inversión por la paz y el progreso de todos mantiene el mercado del cual ellos se enriquecen. Los pobres: que por su numerosidad y laboriosidad significan poder político de base y a los que hay que enseñarles que su organización y educación son la base de su bienestar. Los Padres y Maestros: Que son un poder dormido, principalmente por la cultura de irresponsabilidad que hoy día impera, unida a la falta de tiempo para la familia. Dando más tiempo a los adultos no se resuelve, pues usarían el tiempo libre adicional para volverse peores personas de lo que ya son. Hay que estar claros en que el mundo que hoy día tenemos lo construyeron los padres y maestros en la mente de los niños de hace quince a veinte años, por medio de sus esfuerzos conscientes y sus descuidos. Por ello, este poder debe organizarse, constituirse en regentes programáticos del destino nacional y mundial a través de los planes de formación, estudios, etc. Los Consumidores; que tienen la última palabra en el desarrollo de toda sociedad, pero bien pudiesen organizarse para demostrar mejor su poder. Deben aprender a exigir un mejor trato y para ello deben educarse más y constituirse en organizaciones de base en la conciencia social. Los Trabajadores; Todos somos trabajadores, todos debemos ocuparnos en algo productivo. Los trabajadores producen trabajo, y el trabajo es la verdadera base de la moneda; toda otra base, además de ser falsa trae pobreza y desastres socioeconómicos. Los Pensadores; Que no fácilmente logran hacer penetrar su pensamiento y su base ideología; y esto en especial por causa de la adicción a una falsa practicidad en los pueblos, y en los demás sectores de poder.

“Las naciones donde se respeta a los pensadores terminan convirtiéndose en poderosas”.