lunes, 15 de febrero de 2010
Canadá: Suicidios entre jóvenes aborígenes llegan a niveles críticos
Traducido por Gabriela Garcia Calderon Orbe ·
El próximo mes, cuando se inicien las Olimpiadas de Invierno de Vancouver 2010, un símbolo aborígen representará a los juegos. El logo de los juegos es un inukshuk contemporáneo, una escultura en piedra usada por el pueblo inuit de Canadá como monumentos direccionales, que los organizadores dicen que simboliza la amistad y la esperanza. Pero esperanza es algo que parece que les falta a muchos jóvenes aborígenes en Canadá, pues el suicidio sigue ocurriendo en índices alarmantes, lo que está llevando a situaciones críticas en algunas comunidades.
Los índices de suicidios han disminuido en Canadá con el paso de los años, pero no en las comunidades aborígenes, aunque hay una gran variación entre comunidades. Los índices de suicidios son de cinco a siete veces mayores para los jóvenes de las Naciones Originarias que para los jóvenes no aborígenes, y los índices entre los jóvenes inuit (esquimales) están entre los más altos del mundo, 11 veces el promedio nacional. Algunos especulan que realmente el problema es peor, pues las estadísiticas no suelen incluir a todos los grupos aborígenes.
Muchos son los factores que pueden estar contribuyendo con estos altos índices, incluidos aislamiento, pobreza y falta de viviendas adecuadas, servicios de salud, servicios sociales y otros servicios básicos. El blog Sweetgrass Coaching, escrito por Richard Bull, también culpa al dolor y la impotencia resultantes de la colonización:
“No se puede entender el suicidio aborigen sin mirar a la colonización. Nosotros, como pueblo indígena, debemos darnos cuenta de que no teníamos índices altos de suicidios antes de la invasión europea (contacto es una palabra demasiado limpia para lo que pasó en realidad).
Cuando la sociedad canadiense dice que estamos enfermos, es como un asesino sicópata quejándose con alguien que ha tratado de estrangularlo repetidamente de que debería hacer algo respecto de las marcas en el cuello y ver a un psiquiatra acerca de sus pesadillas recurrentes y baja autoestima”.
Específicamente, algunos bloggers señalan a los colegios residentes de Canadá, un sistema de financiación federal administrado por las iglesias que separaron a los niños aborígenes de sus familias y comunidades para ayudarlos a adaptarse a las culturas euro-canadienses. Desde el siglo XIX hasta los años setenta, se exigió a más de 150,000 niños aborígenes a que asistieran a esos colegios cristianos. Después se reveló que muchos de esos niños soportaron maltrato físico, emocional y sexual. En junio de 2008, el Primer Ministro Stephen Harper pidió disculpas en nombre del gobierno canadiense y sus ciudadanos por el sistema de colegios residentes.
El blog Anishinawbe de Bob Goulais dice que no se debe subestimar los efectos multigeneracionales de los colegios residentes.
“Muchos sobrevivientes de los colegios residentes y sus familias no tiene identidad más allá de su iglesia y lo que aprendieron en el colegio. Sin identidad y sin aceptación, están confinados a los márgenes de la sociedad. Aunque esta generación podría tener más aceptación –con acceso a más programas sociales y numerosas victorias políticas, legales y de derechos– el daño de las generaciones pasadas ya está hecho. Los padres no seben cómo ser padres. Las familias no saben cómo Amar…
… Para demasiados jóvenes, el suicidio es la salida suprema. Eso lo vemos más en las remotas comunidades del norte. Verdaderamente, este es el comentario más triste. No puedo imaginar lo mala que debe haber sido la vida para un chico de 12 años como para que se ahorque en el columpio del centro de recreación. No tener el Amor que necesita… no tener esperanzas. Saber que no ha sido el primero y que no será el último”.
Para ayudar a combatir el suicidio entre los jóvenes aborígenes, en abril de 2008 se lanzó el sitio web Honouring Life Network (Red de homenaje a la vida), financiado por Health Canada. Contiene recursos para los jóvenes y los jóvenes trabajadores, un blog e historias personales de los jóvenes aborígenes, entre otras cosas. En esta historia personal un joven habla de cómo la muerte de su hermano mayor lo llevó a considerar acabar con su vida.
“En el segundo aniversario de su muerte, ya no sentía que lo extrañara. Me levanté temprano en la mañana y caminaba al refugio de picnic cerca del lago. Este otro tipo se había ahorcado ahí hace no mucho. Sentía como si quería que el lago fuera lo último que viera.
Pero mi vecino estaba afuera y comenzó a hablarme y creo que se dio cuenta de que algo andaba mal. Me siguió hablando y después despertó a mis padres. En realidad nunca les he dicho lo que iba a hacer pero creo que lo sabían de alguna manera. Fue un gran choque para todos nosotros y nos despertó.
Empezamos a pasar por una curación tradicional; como que mi padre y yo haríamos un sauna con los otros hombres. No voy a hablar acerca de esto porque es privado. Y mi mamá lo hace todo quemando salvia y hierbas, como que hace que la casa apeste pero creo que está bien porque es más como mi mamá de nuevo”.
El pasado otoño, Honouring Life Network anunció un concurso de video, donde a los jóvenes aborígenes se les animó a enviar un video breve relacionado con la prevención del suicidio y la toma de conciencia. Se puede ver a los participantes en su canal de YouTube; el ganador se titula “Choose life” (Elige la vida):
Otros jóvenes también están trabajando para ayudar a combatir este creciente problema. En 2006, Steve Sanderson, un joven caricaturista aborigen, escribió e ilustró un libro de historietas llamado “Darkness Calls” (La oscuridad llama) para resaltar el suicidio entre la juventud aborigen. La historia gira en torno a un adolescente de nombre Kyle, y también está disponible como video. En el blog Stageleft, el blogger discute sobre otros 12 jóvenes aborígenes que están marcando una diferencia, y a los que se recompensó por hacerlo, incluida su hija Charlotte:
“Me siento seguro de decir que ninguna de las 12 personas en el escenario vivieron las vidas que han vivido, o hicieron las cosas que han hecho, para recibir un premio… Charlotte ha estado preocupada por los índices de suicidio de los jóvenes aborígenes, la tasa de suicidios en la comunidad aborigen es muchas veces mayor que la tasa nacional, y la tasa de suicidios al interior de la comunidad esquimal es la más alta en Canadá. Para ayudar a llamar la atención sobre esto, ella y otros cuatro jóvenes aborígenes caminaron desde Duncan, Columbia Británica hasta Ottawa hablando en centros comunitarios, instalaciones penales para jóvenes, centros de amigos, municipalidades y a todo político que los escuchara”.
Un informe de UNICEF Canadá de 2009, sobre salud de niños aborígenes afirma que la intervención y prevención del suicidio solamente podrá tener éxito si se tiene en cuenta las relaciones interconectadas entre cultura, comunidad y medio ambiente. Cualquiera sea el enfoque, el blog Rebel Youth dice que la juventud aborigen, como toda la juventud canadiense, merece un futuro.
“Más del 50% de las personas aborígenes tienen menos de 23 años. La juventud canadiense se justificaba de estar profundamente rabiosa por el trato de los pueblos aborígenes por parte de la clase dirigente canadiense; el ataque sobre la juventud aborigen es un ataque contra toda la juventud.
La juventud aborigen necesita un futuro. Un futuro libre de racismo, un futuro con un trabajo bien remunerado, un futuro con tierra y adecuada compensación por el uso de tierras. Un futuro con derecho a una educación universal que incluya educación post escolar. Un futuro con buena vivienda. Un futuro sin racista brutalidad policial ni características raciales. Un futuro con un sueño. Un futuro que es una realidad”.
Foto de niño esquimal de wili_hybrid en Flickr, Creative Commons.
es.globalvoicesonline.org/2010/01/31/canada-suicidios-entre-jovenes-aborigene...
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Aborígenes en Canadá aún no tienen derechos certificados
Por Gisela Ostwald / Dpa - Thursday, Feb. 11, 2010 at 11:57 PM
Aborígenes en Canadá...
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Vancouver, (dpa) - Cuando en septiembre de 2007 la ONU aprobó por mayoría la Declaración Universal de Derechos de los Pueblos Indígenas, que establece el derecho a la autodeterminación, al control de sus tierras y recursos naturales y a la preservación de la cultura y tradiciones de esas comunidades, Canadá no suscribió el documento.
Aún hoy en día los aborígenes canadienses dependen de la buena voluntad del gobierno de Ottawa o de sus provincias. Algunas etnias no recibieron todavía resarcimiento por la tierra en la que viven desde hace cientos de años y que les fuera confiscada.
En la actualidad los aborígenes representan aproximadamente el cuatro por ciento de la población canadiense. Su reclamo por dinero y tierra genera distintas reacciones entre la población local, que va desde la molestia a la compasión, pasando por el desprecio, algo usual también en otros países con minorías.
Para los misioneros del siglo 18 y 19 los primeros habitantes eran no creyentes que debían ser convertidos. El Estado destruyó su mundo para que pudieran integrarse a una nueva sociedad. Además de su identidad, perdieron su religión, su cultura e incluso su lengua.
En busca de una nueva vida, muchos aborígenes se trasladaron a las ciudades. No todos habían completado el colegio y la desocupación era tres veces más alta que en la población de las provincias occidentales de Canadá, entre ellas la Columbia Británica, donde el viernes comienzan los Juegos Olímpicos de Invierno. La consecuencia es que 60 por ciento de los niños aborígenes viven por debajo de la línea de pobreza.
La vida en las reservas no es menos problemática. Sin un derecho certificado sobre sus tierras, muchas tribus debe observar como a su alrededor se van talando los bosques y se contaminan los ríos.
Por motivos que se desconocen también merma el salmón, la principal fuente de ingreso de muchas familias en la Columbia Británica. Por la lejanía a las ciudades hay falta de maestros: el 70 por ciento de los jóvenes en las reservas indígenas en Canadá no finalizó el colegio secundario.
Por la falta de médicos cercanos muchas enfermedades terminan siendo mortales. Sobre todo entre madres y niños la mortalidad está muy por encima del promedio canadiense.
Muchos jóvenes son alcohólicos, y la cuota de suicidios en ese grupo es muy alta.
Un reciente informe de las Naciones Unidas sobre la situación de los pueblos aborígenes indica que muchos indígenas canadienses viven en una situación muy precaria y carecen de agua corriente.
Sin embargo, la situación ha mejorado: por primera vez en la historia de los Juegos Olímpicos, los aborígenes de un país organizador tienen un rol de "socios". En las medallas figura el cuervo y la ballena orca, los símbolos más importantes de los aborígenes canadienses.
Además, las naciones originarias tienen sus propios pabellones en Vancouver y Whistler en los que pueden exponer y vender su arte, y también presentar su música y bailes.
Antes del inicio de los Juegos en Vancouver muchos pueblos aborígenes reconocieron que el turismo les podría otorgar una nueva fuente de ingreso. Los salish (grupo de tribus originarias) invitan a los visitantes a un paseo en canoa donde pueden oir historias de sus antepasados mientras ven a su paso las ballenas.
Los comox en Courtenay, en la isla de Vancouver, muestra sus danzas de ceremonia y ofrecen joyas, adornos y tejidos hechos a mano.
En el centro cultural de U'mista, en la Alert Bay en Vancouver, se expone una colección de máscaras, indumentaria e instrumentos robados y entretanto recuperados.
Según datos oficiales, el pueblo de los kwakwaka'wakw tiene el tótem más alto de Canadá, de una altura de 56,4 metros. El orgullo no se acaba tan fácilmente.
07/02/2010
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