sábado, 21 de julio de 2012

RECOLECTORES DE MOLUSCOS TEMPRANOS EN EL SURESTE DE LA ISLA DE CHILOÉ: UNA PRIMERA MIRADA
EARLY SHELL GATHERERS IN THE SOUTHEASTERN PART OF CHILOÉ ISLAND: PRELIMINARY RESULTS
DOMINIQUE LEGOUPIL
UMR7041-CNRS, Maison de l`Archéologie et de l`Ethnologie, Nanterre, France.
E-mail: dominique.legoupil@mae.u-paris10.fr


RESUMEN
Se registró hace poco, una veintena de conchales y sitios arqueológicos cerámicos en los fiordos del sureste de la isla grande de Chiloé. Uno de los conchales indica la presencia de recolectores marítimos en esta zona hace casi seis milenios.


ABSTRACT
Twenty shell middens and late archaeological sites with pottery have been discovered in the fjords of the southeastern region of Chiloé Island. One of the shell middens provides evidence for the presence in the region of maritime foragers some six millennia ago.


INTRODUCCIÓN
En el cuadro de las investigaciones sobre el origen del poblamiento de los archipiélagos de Patagonia y Tierra del Fuego, se realizó en julio de 2003 un reconocimiento de dos semanas en la costa sureste de la isla grande de Chilpe. Este trabajo fue fruto de una colaboración franco-chilena entre la misión arqueológica francesa (D. Legoupil y K. Salas) y el Instituto de la Patagonia y el CEQUA (Centro de Estudios del Cuaternario de Fuego-Patagonia y Antártica) de la Universidad de Magallanes (F.Morello y M. San Román).
El objetivo de la investigación era buscar, en Chiloé, huellas de cazadores-recolectores marinos que pudieran apoyar la hipótesis de un origen chilote del poblamiento marítimo temprano registrado de entre 5.500 y 6.200 AP en la zona austral de los de archipiélagos de Patagonia y Tierra del Fuego por varios autores (Emperaire y Laming 1963; Ortizel Troncoso 1975; Orquera y Piana 1986/87; Legoupil 1993/94 y 1997).
Este origen de los canoeros tempranos representa una de las dos hipótesis tradicionalmente consideradas (Lothrop 1928, Bird 1938, Emperaire. y Laming 1963), siendo la otra un origen terrestre, a partir de la adaptación al medio marítimo por parte de cazadores terrestres de Patagonia meridional y/o Tierra del Fuego. En efecto, fuera de las oleadas de poblamiento posteriores, se puede imaginar que ya, en los tiempos remotos del medio del Holoceno pequeños grupos haliéuticos de gran movilidad podrían haber descendido desde el norte -a partir de Chiloé- a lo largo de la costa pacífica... para colonizar las regiones más acogedoras del estrecho de Magallanes y del canal Beagle... (Legoupil y Fontugne 1997:85).
Nuestras investigaciones fueron focalizadas en tres estuarios. No representan más que una primera aproximación, considerando que las zonas central y septentrional, más ricas, están desde hace poco, en el marco de un proyecto Fondecyt dirigido por C. Ocampo, dentro de un ambicioso plan de prospección que debería ofrecer próximamente resultados muy interesantes para esta región hasta ahora arqueológicamente subdesarrollada.
ANTECEDENTES
La arqueología de cazadores recolectores marítimos de Chiloé fue abordada sólo tardíamente por la comunidad científica. Sin embargo, hay indicios de que Chiloé fue ocupada antiguamente por poblaciones de cazadores recolectores marítimos, y después por grupos agro-alfareros de origen mapuche posiblemente en el curso de nuestra era.
El primer testimonio sobre un poblamiento antiguo de la isla remonta a la década de 1930, cuando J. Bird señaló la presencia de grandes conchales alrededor del golfo de Reloncaví y a lo largo de la costa este de Chiloé. Él distinguió dos fases: la primera caracterizada por choppers y la segunda por puntas bifaciales y hachas pulidas (Bird 1938).
Algo más tarde, Vásquez de Acuña (1963) publicó una rápida síntesis de observaciones que él mismo efectuó en diferentes zonas de Chiloé y sobre colecciones arqueológicas donde figuran, además de hachas pulidas y grandes puntas bifaciales, otras puntas pequeñas con pedúnculo consideradas como puntas de flechas.
Por último, en el cuadro de estos estudios científicos pioneros, un conchal a la orilla del río Gamboa en Castro, fue asignado a una antigua población de cazadores recolectores. Presentaba una economía basada sobre el consumo de moluscos y de aves (Díaz y Garretón 1972/73). La industria era variada: choppers, puntas bifaciales, pulidores de piedra, puntas y punzones de hueso, en fin cuentas de piedra, hueso y concha.
A pesar de ser atribuidos a un modo de vida anterior a los grupos agro-alfareros, ninguno de estos sitios fue fechado. El primer sitio de Chiloé datado hacia la mitad del Holoceno, Puente Quilo, fue descubierto hace poco en la bahía Quetalmahue al noroeste de la isla grande de Chiloé: en un contexto cultural configurado por restos óseos humanos, artefactos líticos, huesos de animales terrestres, peces de mar, moluscos, escasos mamíferos marinos, restos de carbón y un leve desarrollo de conchal se obtuvo una fecha de 5.500 AP (Rivas et al. 1999: 226). Dentro de los artefactos se destaca una industria lítica bifacial. También un conchal con piezas bifaciales encontrado más al sur, en las islas Guaitecas, GUA 010, fue fechado en 5.020 ± 90 años AP (Porter 1992). Estos dos sitios representan, hasta ahora, las únicas huellas comprobadas de una población de cazadores-re-colectores para los archipiélagos septentrionales, que se aproxima (aunque un poco más reciente) a la fecha de la primera adaptación marítima en los archipiélagos de Patagonia.
RESULTADOS
Nuestro breve recorrido fue efectuado a pie, en auto y en botes de pescadores en tres zonas al sur de Compu: los estuarios (o fiordos) de Chadmo, Huildad y Yaldad (Fig. 1). Este último se encuentra al lado de la pequeña ciudad de Quellón, donde se termina la ruta panamericana iniciada en Alaska. Las costas fueron inspeccionadas superficialmente, utilizando el reavivado de cortes o perfiles naturales y el desarrollo de pequeños sondeos (barrenos y sondeos de un máximo de 0.5 m2).
Veinte sitios fueron detectados, de interés y repartición muy desigual: 12 en el fiordo de Yaldad, claramente la zona más rica; 7 sitios, muy erosionados, en el fiordo de Huildad; por último uno solo en la desembocadura sur del pequeño fiordo de Chadmo.
Como es común en Chiloé, nos vimos confrontados al problema de las variaciones de los niveles costeros debido al terremoto y, tal vez más aún, al tsunami de 1960 que ocasionó un retroceso del mar de 15 a 30 m de distancia seguido de olas que alcanzaron 8 m de altura (Grenier 1984). Además de los movimientos tectónicos registrados, los efectos del tsunami fueron particularmente notorios en los terrenos aluviales blandos situados en las cabezas de los estuarios, que fueron desestabilizados y socavados por la brutal subida del agua. Las costas de limo, mucho más frágiles que las costas rocosas, se hundieron y su vegetación, medio sumergida, murió. Así se puede observar actualmente el espectáculo de extensas zonas de pantanos cubiertas de troncos de árboles muertos (Fig. 2). Según la naturaleza del relieve costero, el litoral pudo ser erosionado hasta metros o decenas de metros.
Fig. 1 Zona de prospección al sureste de Chiloé.
Las consecuencias de este fenómeno son particularmente fuertes en las ocupaciones arqueológicas situadas sobre la línea de terrazas bajas, en las zonas frágiles. Podemos interrogarnos sobre los efectos de tales eventos en el pasado: cuatro terremotos registrados sólo en el tiempo de la colonización en los años 1575, 1737, 1835 y 1837 (Grenier 1984). Es probable que una gran parte de los sitios costeros desaparecieran y que solamente subsistan a la vista los que estaban situados en terrazas medianas o altas, o que reposaban sobre un substrato más firme que los suelos limosos.
Fig. 2 Zona de limos, hundida, con árboles muertos al pie del sitio Yaldad 2.
El estuario de Yaldad: sitios y características
La boca de la gran bahía de Quellón está protegida por tres islas: Cailín, Laitec y Coldita. Al fondo se encuentra el pequeño estuario del río Yaldad (Fig. 3). En las islas y las costas del estuario, como en toda la zona sureste de la isla de Chiloé, viven lugareños que reclaman ser parte de la Comunidad de los Huilliches, agro-alfareros de origen mapuche. Sin embargo, según Amador Cárdenas, director del museo de Quellón, esta zona fue poblada inicialmente por cazadores-recolectores marítimos, los antiguos “Chonquis” llamados también “Payos” según otros autores (Mena 1985)1. Estos grupos parecían ligados con los indios canoeros del sur: en particular con los Caucahues y Chonos del archipiélago de los Chonos con quienes compartían un profundo parentesco étnico de antes de la influencia mapuche (Mena 1985: 212), y tal vez más allá del golfo de Penas, con los Taijataf o Calén de los canales Messier y Fallos, aunque estos grupos sean de cultura un poco diferente según Cortés Hojea (1557-58). Esta comunidad de modo de vida explica la ayuda eficaz de los indígenas de Chiloé a las expediciones marítimas jesuitas de los Padres Venegas y García, o de Juan Vicuña, en estas zonas alejadas, en el transcurso del siglo XVIII. También así se explica la aventura de John Byron trasladado, en 1741, del sur del golfo de Penas a Chiloé en la canoa de una familia indígena (Byron 1798).
Fig. 3 Vista aérea de la bahía de Quellón y del pequeño estuario de Yaldad.
Hoy día es difícil juzgar si los indígenas de la zona sureste de Chiloé son descendientes de la antigua población prehistórica local, de los Huilliches agro-alfareros que llegaron más tarde, o aun de los indios canoeros traídos de los archipiélagos (Chonos y Guayanecos) o de la costa de Aisén, por los padres jesuitas y franciscanos. En efecto, Cailín fue, en el siglo XVIII, la sede de la misión destinada a evangelizar y acoger a estos nómades (Grenier 1984; Mena 1985). Lo más probable es que se produjera una profunda mezcla. En este sentido, hay que notar que el apellido de familia del cacique general de la comunidad huilliche que encontramos en Compu, don Carlos Lincoman es idéntico al de la última familia indígena considerada como chono que vivía de la pesca en 1872 en las islas Guaitecas: hoy dia no existe mas que una sola familia nombrada Lincoman, que habita el canal Puquitin ... que pueda pretender a la representación de la raza chona orijinal (Simpson 1874/75: 114).
Buscando las huellas de estos cazadores marinos y de sus antepasados, hicimos una inspección rápida de la costa de Quellón donde las prospecciones y la conservación de los sitios son difíciles por la urbanización del litoral. Por falta de tiempo y de medio de transporte, tampoco pudimos visitar las tres islas, aunque varios conchales fueron señalados en sus costas.
A. Cárdenas nos había señalado un conchal, ocasionalmente saqueado por los buscadores de hachas, al lado de la aldea de Cocauque, en la costa oeste del fiordo de Yaldad. Recorrimos esta costa, muy accesible en lancha, desde el nivel del islote Captuno hasta la desembocadura del río. Encontramos el sitio mencionado, que llamamos Yaldad 7 (Fig. 4), en una punta rocosa baja (1-3 msnm), substrato que le protegió sin duda del efecto desestabilizador de los tsunamis. El yacimiento presentaba, en un corte muy erosionado de casi 2 m de espesor, restos alimenticios (principalmente conchas de mariscos) y artefactos líticos entre los cuales se registró un chopper, pieza común en Chiloé, un percutor y varias lascas. El nivel intermedio de este conchal fue fechado en 1.610 ± 40 AP (Beta-182462)2 a partir de carbones registrados a 80 cm. de profundidad o sea a casi 1 msnm. Esta fecha, aunque no muy antigua, representa un dato interesante en el cuadro del análisis de la evolución de la tectónica local y de las variaciones de los niveles marinos.
Más adelante, descubrimos otros sitios en el estuario: diez en la costa oeste, uno en la desembocadura norte del río, y uno en el islote Captuno. Se trata, en todos los casos, de conchales situados en el borde de la costa (a menos de 20 m de distancia del mar) y a una altura que puede variar entre 1 y 9 msnm.
Fig. 4 Los sitios del fiordo Yaldad.
 
Fig. 5 Los conchales-túmulos de Yaldad 1 (a), 9 (b), 10 (c), 11 (d).
Algunos conchales parecen bastante planos y se extienden sobre grandes superficies, tal como el caso de Yaldad 6 que no formaba relieve visible, a pesar de su extensión (una cincuentena de metros de diámetro) y espesor importante (1,20 m en un sondeo).
Otros están representados por una pequeña capa de unos 40 cm de espesor, visibles en los cortes naturales debido a la acción marina.
Pero los sitios más espectaculares forman verdaderos montículos artificiales, muy conspicuos en el paisaje por el gran volumen que pueden alcanzar por la acumulación de conchas: es el caso de los sitios de Yaldad 1, 2, 9, 10, y 11 (Fig. 5).
Estos sitios presentan un diámetro que varía entre una decena y una cincuentena de metros, y una superficie vecina o superior a una centena de m2. Están en una situación alta, entre 4 y 9 msnm: dominando así el fiordo ofreciendo una buena visibilidad.
Dentro de estos grandes conchales se destaca el sitio Yaldad 2 que domina el fiordo con casi 9 metros de altura (msnm). Hicimos dos sondeos. En el primero, situado casi al centro, después de un pequeño sondeo de 1,40 m de profundidad, un barreno llegó al largo máximo de la sonda (2 m), sin tocar el fondo. Un segundo barreno en el borde del conchal, al pie de un corte artificial hecho por un camino (Fig. 6), permitió estimar la profundidad mínima del conchal en 3,80 m (alturas acumuladas del corte y del barreno). En este nivel profundo, conchas molidas fueron fechadas en 5.950 ± 80 AP (Beta 182461). El material cultural visible en el corte y el sondeo parecía pobre: unas lascas y un chopper o núcleo, con una dieta casi mono-específica de mariscos típicos de los conchales de estos fiordos: almejas (familia Veneridae), a veces muy grandes, choritos (Mytilus sp.), choros zapatos (Choromytilus chorus), y algunas cholgas (Aulacomya ater), caracoles (Trophon sp.), locos (Concholepas concholepas), caracoles zapatillas (Crepidula dilatata), y picorocos (Megabalanus sp.) (determinaciones taxonómicas de K. Salas). Se registraron también muy escasos restos de aves y pequeños mustélidos. En la parte superior de un corte erosionado afloraban dos huesos humanos (tibia y fémur).
Fig. 6 El sitio Yaldad 2: barreno al pie del corte.
Los sitios del estero de Huildad (Fig. 7)
Siete yacimientos, todos muy erosionados, fueron divisados en este lugar cuyo apellido significa el fiordo de las nutrias (según Pérez, 2002: 81). Sin embargo no se registraron testimonios particulares de caza de estos pequeños mamíferos. Se trata de conchales, generalmente muy tenues, donde se destaca el consumo de almejas.
Todos los terrenos costeros bajos de la cabeza occidental del estuario, donde desembocan tres ríos, son pantanosos. Aquí el tsunami tuvo muy probablemente un efecto fuertemente desestabilizador y una gran influencia sobre la formación de los pantanos. Los terrenos más elevados donde, según A. Cárdenas, se encontraba un conchal, eran parcelas privadas difíciles de visitar.
Nuestros esfuerzos fueron concentrados en la desembocadura este del fiordo. En la costa sur, se pueden observar algunos vestigios en los escombros caídos de la Punta Carvajal donde se registraron frágiles huellas de ocupación erosionadas a 8 msnm. En la comuna de Santa Rosa de Candelaria no se pudieron observar las terrazas bajas ocupadas por casas y cultivos, pero se registraron numerosos restos de conchales en los cortes erosionados del camino, a una altura de aproximadamente 5-6 msnm y a algunos metros o decenas de metros de la costa. Parecen poco importantes y en ninguna parte hemos observado túmulos comparables a los del fiordo de Yaldad.
Fig. 7 Los sitios del fiordo Huildad.
En la costa norte, sobre una larga punta arenosa baja que cierra casi la desembocadura del estuario (Punta Queuman), se encontró un extenso sitio (Huildad 1) que presenta dos componentes distintos visibles en cortes naturales en los dos lados opuestos de la punta:
- Un componente, probablemente huilliche, a unos 50 cm de profundidad en el corte erosionado de la arena eólica, todo a lo largo de la costa oeste. Está compuesto por un nivel de conchas de almejas y algunos caracoles (Trophon sp. y Tegula atra), huesos y dientes de caballo, cubierto localmente por un nivel de incendio. Se encontró también cerámica (en particular un fragmento pintado);
- Otro componente con características más emparentadas a cazadores recolectores, del otro lado de la punta (este). Contenía artefactos líticos dispersos (lascas, un fragmento de punta bifacial y un yunque).
Numerosas cuevas de los fiordos de Huildad, Chadmo y Yaldad (isla Linagua) están señaladas en la memoria colectiva como habitaciones de los antiguos “Chonquis”. En la costa norte de Huildad visitamos la cueva de Curahue. Encontramos en el fondo huellas antrópicas muy frágiles: una lasca lítica y un apilado metódico de choros zapatos, necesariamente de origen antrópico, en un conglomerado de pudinga (brecha). Pero la proximidad del mar que barría la entrada de la cueva, y la débil altura de los vestigios (1-2 msnm) los exponían a la acción de los temporales del sur.
El estuario de Chadmo
Este fiordo es mucho más pequeño que los otros. En las proximidades de su desembocadura, sobre la costa sur, acantilados de pudinga están cortados por verdaderas cuevas cuyas bases están casi al nivel del mar. Aunque los habitantes de Chadmo señalan que se encontraron en ellas herramientas indígenas, ningún resto antrópico pudo ser observado -y probablemente conservado- debido a la acción del mar.
Fig. 8 El efecto del tsunami de 1960 sobre la costa en la desembocadura del fiordo Chadmo.
El fiordo es poco profundo (se dice que estaba seco en los minutos anteriores al tsunami de 1960) y su cabecera, extremadamente pantanosa, dificulta la visibilidad de los sitios. Sólo la pequeña aldea actual, situada en la costa norte, habría revelado la presencia de herramientas líticas y óseas en los cultivos.
En la punta sur de la desembocadura del fiordo, la playa está muy marcada por el tsunami. Según los lugareños, la costa retrocedió algunas decenas de metros, dejando lugar a la planicie cubierta de musgos y troncos de árboles muertos actualmente visibles (Fig. 8). En una puntilla (Punta Chadmo) se encontró el único sitio que hemos visto (Fig. 9). Se trata de un conchal denso y fragmentado situado sobre un banco de tierra arenosa, a más o menos 2 msnm. Su conservación indica que ya estaba enterrado y probablemente sellado por la vegetación durante el tsunami. En dos sondeos de 40 x 40 cm, llegando a 60 cm de profundidad, encontramos numerosos restos alimenticios: conchas muy variadas (patellas, fissurelas, almejas, caracoles, jaibas, choros zapatos, choros, cholgas), huesos de grandes pescados, y escasos huesos de aves y de pequeños mamíferos terrestres. Una decena de lascas, mayoritariamente de lutita, y una de obsidiana oscura, atestiguan una pequeña actividad de talla de la piedra.
Fig. 9 El sitio Chadmo 1.
Unas puntas líticas del museo de Quellón colectadas por Gilberto Ulloa en la comuna de Chadmo provienen de un sitio vecino de la aldea de San Antonio, lejos de la costa. Nos faltó tiempo para ir a reconocerlo.
El estero de Compu
En fin, vale la pena señalar un conchal muy grande, visible en un corte frontal de más de 100 m, sobre la costa sur de este estero. Por su tamaño y su situación en un relieve alto (6-8 m), pertenece al tipo de los conchales-túmulos de Yaldad pero su cima fue desafortunadamente removida por la construcción de una casa (Fig. 10). Por su situación (42°52`10`` de latitud sur, 73°42`34`` de longitud oeste) se encontraba, a algunas centenas de metros, fuera de nuestra zona de prospección autorizada y no hicimos sondeos. Este sitio donde vimos una lasca de obsidiana y muchas almejas podría corresponder a un conchal que nos fue señalado en Compu por el director del museo de Castro, Felipe Montiel.
 Fig. 10 El gran conchal del estero Compu.
DISCUSIÓN
Los problemas de conservación de los sitios
En la región, es particularmente agudo el problema de conservación de los sitios costeros, especialmente debido a fenómenos naturales. Estos problemas son generalmente atribuidos a movimientos puntuales y desordenados debido a sismos. Así en las islas Guaitecas, después del terremoto de 1960, se observó tanto levantamiento (max.=5,70m) como hundimiento (max.=2,3) en relación al nivel del mar... que afectaron un área de más de 150 km de ancho y de 1000 km de largo entre 37° Lat. S y 48° Lat. S (Porter 1992: 86).
En realidad, en las observaciones de arqueología costera, para cada zona se deben distinguir los movimientos lentos (eustacia-isostasia), rápidos (fallas, fracturas eisostasia consecutiva a terremotos) o casi instantáneos ( tsunamis). La conservación de los sitios resulta de la conjunción de estos tres fenómenos: relación entre las variaciones de niveles del mar y de la tierra (levantamiento holocénico general de las islas), eventos sísmicos de la corteza terrestre (hundimiento o levantamiento de la costa), y eventos catastróficos de olas, en el origen de la desestabilización local de los terrenos aluviales.
En este sentido, los resultados de los análisis radiocarbónicos de Yaldad 2 y 7 representan buenos indicadores para la tectónica local:
Hemos visto que, en a pequeña punta rocosa de Yaldad 7 poco sensible a la erosión marina, el nivel de 1 msnm fue fechado en 1.610 ± 40 AP. Así, en los primeros siglos de nuestra era, el nivel marino parecía poco diferente del actual. Se supone que los movimientos cosísmicos no fueron muy fuertes, o se anularon unos a otros, y que las capas sedimentarias fueron bastante firmes para resistir a las olas de tsunamis. En todo caso no se nota aquí huellas del hundimiento de terrenos, señalado varias veces en la región y observable en los terrenos aluviales más frágiles.
En Yaldad 2, detrás de una costa de limo medio sumergida, en un promontorio cuyo substrato profundo parece ser de roca, una capa arqueológica ubicada actualmente a 4 msnm fue fechada en 5.940 ± 80 AP. Esto indica, una débil elevación de la costa del estuario, comparada al nivel actual. Este movimiento es compatible con el levantamiento general de las costas de Chile estimado en 3 m en 5.000 años (Porter et al. 1984); pero parece muy diferente de las variaciones indicadas en algunos sitios de canoeros tempranos de la zona austral (estrecho de Magallanes y mar de Otway) situados entre 10 y 15 msnm, y también de los movimientos cosísmicos muy fuertes registrados en algunas partes de las Guaitecas (Porter 1992).
Aparte de fenómenos excepcionales, estos precarios resultados indican, en los estuarios del sureste de Chiloé, una débil elevación de 2-3 metros de la costa de los 5-6 milenios AP comparada al nivel actual, y pocas variaciones durante nuestra era: si numerosos sitios costeros, particularmente los más recientes, pudieron desaparecer con el efecto de los tsunamis sobre las riberas sedimentarias frágiles de los fiordos del sureste de Chiloé, otros pueden subsistir, en particular sobre substratos rocosos, y más aún cuando son de cierta antigüedad.
La cuestión de los conchales: basureros o sitios de ocupación
Aunque esta primera mirada no permitió realizar excavaciones importantes, la sola observación de los cortes naturales y de los escasos y pequeños sondeos reveló la baja diversidad de especies consumidas y la pobreza cultural de estos conchales.
Principalmente registramos algunos fragmentos de cerámica huilliche en los niveles superiores, y elementos dispersos de piedra tallada (choppers, lascas) o piqueteada (yunques), poco numerosos, en los otros. Aunque los sitios de Puente Quilo (Rivas et al., 1999) y conchal Gamboa (Díaz y Garretón, 1972/73) parecen más ricos, aquí se confirma la pobreza cultural de los conchales de Chiloé ya señalada por J. Bird (1938).
Del punto de vista económico, también el espectro de los restos alimenticios parece poco variado: está fundado de manera aplastante sobre mariscos, sobre todo almejas y choros. Los restos de mamíferos, aves o pescados están señalados en Puente Quilo (Ibíd.) pero no fueron el objeto de un estudio cuantitativo. Ellos eran escasos en los sitios del sureste que registramos, a excepción del sitio de Chadmo 1. Se nota en particular la casi ausencia de restos de pinnípedos, animales tan comunes en los sitios de Patagonia austral, y ocasionalmente presentes hoy en día en los fiordos de Chiloé.
Esta pobreza cultural y económica no puede resultar sólo del tamaño reducido de nuestros sondeos pues en los importantes volúmenes caídos de cortes erosionados en Yaldad 2 ó 7, no son más abundantes. Tres explicaciones son posibles:
- Ya sea una explicación tafonómica: la acidez del suelo no habría permitido la conservación de los huesos (explicación usada por Porter (1992) en el sitio de Gua-010); esto explicaría la pobreza de la industria ósea como la de los restos de aves o mamíferos; pero no la pobreza del material lítico;
- Ya sea que los conchales representan ocupaciones muy especializadas (tal vez estacionales) de consumo de mariscos sin producción ni uso importante de herramientas. En este caso, considerando el bajo poder calórico de los moluscos, nos podemos interrogar sobre su eventual asociación con otros elementos más nutritivos, casi indispensables. Si no se trata de carne y grasa de mamíferos marinos como en los archipiélagos de Patagonia, se puede pensar -por lo menos a partir de una época aún indeterminada-en las papas, u otros tubérculos salvajes y plantas en general, producto-clave aunque muy perecible de la agricultura de la isla. En efecto, este tubérculo podría ser bastante antiguo en Chiloé como lo indicó el descubrimiento de ejemplares salvajes en Cucao y la hipótesis de un posible origen chilote de esta especie ahora mundialmente cultivada (Sykin, 1972 en Grenier, 1984);
- En fin, independientemente de la conservación diferencial de los restos, los conchales no son más que basureros altamente selectivos, separados de las habitaciones.
Así llegamos a interrogarnos sobre la funcionalidad de estos conchales: ¿revelan una sucesión de ocupaciones tradicionales y permanentes, u ocupaciones estacionales temporales?
En los dos casos, ¿representa el conchal el sitio mismo de la habitación como en la mayoría de los conchales de las costas centro o sur americanas, o sólo el basurero de una habitación situada en las cercanías?
Si consideramos el caso del conchal-túmulo de Yaldad 2, parece que este gran sitio fue usado repetidas veces, desde la fecha de seis milenios de su base, hasta la capa superior. Sirvió para botar conchas, pero también algunas escasas herramientas líticas, y, en su último momento para sepultar un cadáver. Sin embargo, no se nota, en el gran perfil conchal o en el sondeo, concentraciones de útiles, fogones o estructuras atestiguando suelos de habitación. Podría ser el basural de una habitación situada, en el lugar que actualmente ocupan las construcciones de esta parcela, a unos 50 m más al sur donde no fue posible sondear. También, aunque menos probable, la habitación podría encontrarse en la pradera rocosa en pendiente atrás del conchal (Fig. 11). Sólo excavaciones muy extensas, dentro y alrededor de los conchales, podrían resolver el problema de la función de los conchales, particularmente de los conchales-túmulos.
Fig. 11 El sitio Yaldad 7: al medio, el conchal; en los árboles, a la derecha, la casa actual y el gallinero.
Otra vía de investigación sería estudiar la estacionalidad de los restos alimenticios. Pero si se trata de sitios estacionales (¿de verano?): ¿Dónde están los otros sitios? ¿Cómo puede ser que, en una isla urbanizada como Chiloé, no se señalan todavía más sitios en el interior?
CONCLUSIÓN
Las labores de prospección y sondeos en la zona sudeste de Chiloé permiten notar que, a pesar de la desigualdad de condiciones de conservación y de visibilidad de los sitios, existía una buena densidad de ocupaciones prehistóricas hasta la parte meridional de la isla grande. La fecha de 5.950 AP obtenida en Yaldad 2, incluso si se debe rejuvenecer un poco por el efecto reservorio, sitúa este sitio en el grupo de los yacimientos costeros tempranos de la región: Gua-010 fechado de 5.020 ± 90 AP en las islas Guaitecas(Por-ter 1992), Puente Quilo(5.500 AP)en la extremidad noroeste de Chiloé (Rivas et al. 1999). También está próxima delos sitios de la costa continental fechados entre 5.000 y 5.600 AP como Chan-Chan (Navarro 2001) o entre 5.000 y 6.500 como Piedra Azul o Bahía Chamiza (Gaete et al. 2000).
Este conjunto de sitios, casi todos descubiertos durante los 15 últimos años, tiende a establecer en la zona la presencia de una importante población de cazadores-recolectores marítimos, más o menos en la época de la primera adaptación marítima en Patagonia austral. Sin embargo queda, por el momento, en una posición temporal un poco más reciente (a excepción de Piedra Azul). Además, no presenta las características económicas y culturales marcadas de los indios canoeros de Patagonia. En los sitios del sureste de Chiloé, no encontramos indicios de las industrias ósea o sobre obsidiana verde típicas de los grupos australes(aunque en Puente Quilo, al norte, se encontraron puntas bifaciales sobre obsidiana, pero aún no fechadas con certeza). También, la economía especializada y casi mono-específica de recolección de mariscos parece muy diferente de la economía oportunista y polivalente de los archipiélagos de Patagonia, donde los mariscos tienen un papel secundario comparado a la caza de aves y mamíferos marinos. Así los habitantes del sureste de Chiloé parecen más recolectores de mariscos que verdaderos cazadores marinos. Además, se sabe gracias al sitio Gua-010 que estas poblaciones eran capaces de navegar hasta las islas Guaitecas hace cinco milenios, y quedaría por comprobar si fue así un milenio antes, a la hora del poblamiento marítimo austral. El estado de las investigaciones arqueológicas en Chiloé, es demasiado incipiente para juzgar el proceso que habría podido empujar a los recolectores de mariscos de esta región hacia los archipiélagos de Patagonia. Comprobar este punto necesitará de un mayor esfuerzo de investigación en esta zona.
AGRADECIMIENTOS
Esta prospección fue realizada gracias a los fondos del CNRS (Centre National de Recherche Scientifique)y delServicio de Coopération Scientifique et Universitaire delMinistère des Affaires Etrangères (Francia). Agradecemos también al CEQUA -Centro de Estudios del Cuaternario de Fuego-Patagonia y Antártica por su ayuda, y a Flavia Morello y Manuel San Román del Instituto de la Patagonia por sus correcciones.
NOTAS
1 También Álvarez (2002) muestra la gran mezcla de apellidos étnicos de los grupos canoeros entre los 44° y 48° S.
2 Esta fecha, así como la fecha de Yaldad 2 (infra) fueron obtenidas gracias al financiamiento del CEQUA.
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