Chile, la privatización del mar y los más altos índices de contaminación en Chiloé
Altas concentraciones de peces en balsas-jaulas, cercanía entre centros de cultivo, uso intensivo de antibióticos y químicos, expansión de enfermedades, problemas sanitarios y contaminación con agentes patógenos, desechos sólidos y líquidos, son los graves problemas que han dejado las salmoneras, que exhiben un nivel de endeudamiento de más de US$ 2
Con la amenaza de nuevos despidos las empresas salmoneras presionan por la aprobación de la Ley de Pesca y Acuicultura, que significará la privatización del mar. Donde se ha enclavado esta industria sólo ha dejado contaminación, cesantía y deterioro de la soberanía alimentaria. La llamada “segunda colonización de Chiloé” sólo dejó en la isla del sur de Chile altísimos niveles de polución, uso intensivo de antibióticos y el forzado desplazamiento de las comunidades de pescadores e indígenas mapuche-Huilliche. En 1975 se inició el cultivo de salmones en Chiloé. Hoy en la Región de Los Lagos no queda espacio para nuevas concesiones acuícolas. La industria está orientada principalmente a la exportación. Las pésimas condiciones laborales y de seguridad han significado anualmente la muerte de más de veinte trabajadores. El daño ambiental amenaza la pesca artesanal, el turismo ecológico y la fauna, pues son frecuentes las matanzas de delfines, pingüinos y lobos marinos. Operan unas 40 empresas que poseen más de 600 centros de cultivo, 223 infestados con el virus ISA, que darían empleo a unos 30.000 trabajadores. El 60% de la mano de obra son mujeres. Agricultores y pescadores artesanales han sido reconvertidos como obreros asalariados. La industria es un gran negocio para los empresarios y el gobierno, que vendió el 2008 concesiones de espacio marítimo y exportaciones por US$ 2.400 millones. En 2007 las propias salmoneras reconocieron ganancias por US$ 500 millones. En 2008 exportaron productos por US$ 2.275 millones. A febrero de 2009 la industria había despedido a más de 17.000 trabajadores, y a mediados de años, según antecedentes de Agua, los cesantes bordearán los 25.000. Según sindicatos del sector la modificación de la Ley General de Pesca y Acuicultura no solucionará las causas de la actual crisis pues solo prestará ayuda a la industria y a los bancos. La isla de Chiloé, histórica productora de papas, está perdiendo su autonomía alimentaria, debido a las salmoneras. La Federación de Trabajadores del Salmón de Quellón critica la presión de Salmón Chile, bajo la amenaza de despidos, para aprobar las modificaciones a la ley. Según Salmón Chile “los cerca de 4.600 trabajadores que ya han perdido sus trabajos podrían aumentar de no llegarse a acuerdos con la banca y en el Congreso”. Para el alcalde de Quellón, Iván Haro, los cesantes superan esa cifra: “La mayoría son mujeres trabajadoras que han quedado sin una fuente de ingreso. Padecen una serie de patologías producto del trabajo que realizan en las plantas de proceso, como tendinitis, artritis, artrosis, cistitis. Las salmoneras pagan cerca de 70 mil pesos por hectárea de mar. El proyecto que pretende entregar la concesión como propiedad de las compañías y luego hipotecarlas en el banco, es como privatizar el mar”, dice. Según la Federación de Trabajadores de Quellón, “es un chantaje lo que está haciendo Salmón Chile. La aprobación del proyecto no garantiza empleo, mejores condiciones de trabajo ni el cumplimiento de los derechos de los trabajadores, que siempre han sido vulnerados por parte de las compañías del sector. Las salmoneras han bajado los sueldos, contratando trabajadores por 3 ó 4 días o un mes, y después despiden como si nada. Seguir premiando a la industria no nos parece justo. Salmón Chile siempre ha negado la realidad. Es imposible que sean 4.600 los trabajadores despedidos si sólo en Quellón son tres mil los cesantes vinculados a la industria”. El 21 de noviembre de 2008 el gobierno anunció el proyecto que introduce cambios en la Ley de Pesca y Acuicultura, permitiendo que las salmoneras se apropien del mar austral y puedan hipotecarlo ante la banca. El 20 de mayo, en la Cámara de Diputados, por 92 votos a 1, se aprobó. “Los noruegos de MAINSTREAM o MARINE HARVEST, los japoneses de SALMONES ANTÁRTICA y los españoles de NOVA AUSTRAL se harán más dueños de nuestro mar y lo podrán empeñar, luego, ante los bancos que les prestaron dinero”, dice Héctor Kol, biólogo marino del programa salmonicultura de los pescadores artesanales de Aysén. “Por las bahías, canales y fiordos de la Patagonia chilena, cientos de balsas-jaulas yacen vacías como testimonios de un fracaso, flotando en el mar o amontonadas en las playas. Las plantas de procesamiento han sido cerradas y algunas llevan meses en venta. Unos 40 mil trabajadores salmoneros o de las empresas contratistas de las salmoneras, han perdido sus empleos. Sólo de milagro se ha mantenido esta industria tóxica en nuestro territorio marítimo. Allí están los centenares de firmas de rechazo al proyecto de privatización del mar de la Presidenta Bachelet que hemos reunido pescadores artesanales, trabajadores salmoneros, organizaciones estudiantiles, sindicales y de pueblos originarios, de e-mail en e-mail, saliendo a la calle a informar y a denunciar, sin apoyo alguno de la prensa oficial y sólo haciendo uso de la verdad objetiva, que sólo encontró eco en el diputado René Alinco”, agrega Kol.Según César Barros, presidente de Salmón Chile, “sin la industria salmonera estas regiones volverían a la edad de piedra”. Esa es la rima oficial que se repite hasta el cansancio en los medios de comunicación y la TV. Para Kol “cuando se sigue con atención el resultado que han dado la serie de propuestas que desde La Moneda han surgido para tratar de salvar a la industria salmonera en Chile (entre ellas, la idea de privatizar el mar); cuando se analizan los informes y propuestas evacuadas de la Mesa de Trabajo Salmón creada al alero del ministerio de Economía y los sorprendentes cambios en la visión de esta industria que tienen los diputados socialistas de la Comisión Pesca y Acuicultura, o los argumentos de la Comisión de Pesca del Senado (donde el senador socialista Escalona asegura que el mar chileno ya está privatizado y no hay de qué preocuparse), no es difícil llegar a preguntarse si lo que acaso desde el poder Ejecutivo emana hacia sus ministerios y sus más obsecuentes parlamentarios, no es la orden de realizar un milagro. ¿Pretenderán los senadores emular a Jesús en relación a la industria salmonera? ¿Se detendrán estos parlamentarios ante el cementerio flotante de salmones que instaló AQUACHILE en Repollal Alto, Melinka (foto 1) o navegarán sobre los basurales submarinos que CULTIVOS MARINOS CHILOÉ abrió en el Canal Jacaf, Puerto Cisnes (foto 2) para elevar sus miradas al cielo y decir: Salmonicultura chilena...¡levántate y anda!..?. Tratar de salvar a una industria que hace rato ya se fue es mucho más que un milagro: es la obsesión por parecer desarrollados, capaces de imitar a una industria que en otros países está llena de regulaciones ambientales, mientras acá no existió una sola que fuera útil para evitar el desastre ambiental causado. Es el ansia por tratar de imitar a una industria nórdica que no registra muertes entre sus trabajadores desde hace ocho años, mientras acá, en Chile, cerca de cien trabajadores han muerto y al menos once han desaparecido en ese periodo. Es el pavor, en definitiva, a reconocer un fracaso al que se destinaron cientos de miles de millones de pesos como subsidios directos e indirectos”. Desde antes de la crisis sanitaria, que se inició en 2007, y que por cierto es anterior a la crisis financiera mundial, el gobierno ha apoyado a las salmoneras para “resguardar la imagen país”. Se creó el Grupo de Tareas del Salmón y, más tarde, en la ENADE 2008, Bachelet anunció un “plan económico” para “ayudar” aún más a la industria. Una de las medidas del plan es la posibilidad de solicitar créditos con hasta un 60% de aval del Estado, es decir dinero de todos los chilenos. El tope asciende a 8 millones de dólares por empresa. Se sigue protegiendo y subsidiando una industria que posee pésimos estándares sanitarios, ambientales y laborales, cuando la crisis laboral y sanitaria que vive es fruto de la irresponsabilidad empresarial y de la negligencia estatal. Según Flavia Liberona, directora de Fundación Terram: “La industria de la salmonicultura pasó, en sólo 20 años, de tener una presencia marginal en el panorama productivo del país a ser protagonista de las exportaciones nacionales, un producto estrella comparable sólo con el cobre o los productos forestales, con un crecimiento anual sobre el 20%. Casi tan vertiginoso como su ascenso ha sido su caída, pues de haber llegado a ser incluso el segundo productor de salmón a nivel mundial -a pesar de ser el salmón una especie introducida-, en los últimos dos años la siembra de salmones en Chile ha caído de manera vertiginosa, lo que tendrá como consecuencia una disminución de la producción en éste y los próximos años. De acuerdo a cifras de la Subpesca, entre enero y abril últimos la producción fue de 235 mil toneladas, un 11% inferior a igual período del año pasado. Las proyecciones de Salmón Chile, en tanto, señalan que la producción este año no superaría las 400 mil toneladas, muy por debajo de las 650 mil toneladas de 2008”.Altas concentraciones de peces en balsas-jaulas, cercanía entre centros de cultivo, uso intensivo de antibióticos y químicos, expansión de enfermedades, problemas sanitarios y contaminación con agentes patógenos, desechos sólidos y líquidos, son los graves problemas que han dejado las salmoneras, que exhiben un nivel de endeudamiento de más de US$ 2 mil millones. La modificación a la ley propone autorizarlas a que entreguen sus concesiones de mar en hipoteca y así obtener créditos en la banca. De esta forma, las aguas del borde costero del sur de Chile pasarían a manos de entidades financieras en el caso de no pago. Se generará especulación financiera sobre un bien que en teoría pertenece a todos los chilenos y que ya ha sido entregado en concesión a privados. El proyecto se aprobó sin obstáculos en la Cámara de Diputados y, actualmente, se discute en la Comisión de Pesca y Acuicultura del Senado. Sindicatos y organizaciones sociales se oponen a la privatización del mar. Un encuentro de trabajadores llevado a cabo en la ciudad de Castro, Chiloé, concluyó: “Nos oponemos tajantemente a los intentos gubernamentales, de la patronal salmonera, de la Concertación y de la Alianza por Chile, de privatizar el mar chileno, privando al pueblo de este recurso y condenando a grandes cantidades de trabajadores pesqueros a la extinción. Es impresentable que mientras hace 40 años el Presidente mártir, Salvador Allende, entregó el cobre a todos los chilenos, hoy la presidenta Bachelet PRIVATIZA el Mar. Denunciamos, de la manera más enérgica, a los pseudo dirigentes sindicales que firman acuerdos con la patronal y sus empleados del gobierno a espaldas de los trabajadores, arrogándose una representatividad que no tienen y excluyendo a las bases del más mínimo derecho de participación”.La declaración fue firmada entre otros por los sindicatos Nº 2 de Empresa Ventisqueros, Colegio de Profesores de Chile Provincial Chiloé, Conservas Puerto Montt, Federación de Trabajadores de la Industria Pesquera; Nº 2 Pesquera Los Fiordos, Nº 1 Pacific Star, Federación de Trabajadores de la Industria del Salmón de Quellón, Cultivos Marinos Dalcahue, Salmones Antártica de Chonchi. Por su parte, la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras exige a los senadores la pronta aprobación del proyecto, anunciando que si no se aprueba “desaparecerán” gran parte de las empresas productoras -algunas ya han suspendido la producción, como Camanchaca, Yadrán, Humboldt, Patagonia-, y proveedoras, y que los bancos se “retirarán” del sector, lo que generará “un alto desempleo de larga duración en la zona”.
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