jueves, 30 de julio de 2009

Por qué lucha el pueblo mapuche




Lo que hay detrás del conflicto con el Estado chileno

Por: Mauricio Buendia

Desde Territorio Mapuche

La ternura mapuche no ha podido ser doblegada en centurias de opresión, tampoco su ira. Es que ha sido desde siempre discriminado por ser moreno, distinto. Por ser simplemente indígena. Entonces su sapiente paciencia se tornó furia y se levantó contra todos los conquistadores que pretendieron transformarle en esclavos de su riqueza: los hispanos, los chilenos, los latifundistas, las empresas forestales, los racistas de ayer y de hoy que no aceptan la diversidad, ni menos aún el derecho de un pueblo a escoger su propio camino hacia la liberación. Y sobreviene la represión en todas sus formas y matices, dependiendo de la correlación de fuerzas, no sólo en términos del Estado chileno y el movimiento mapuche, sino que también tomando en cuenta el peso específico de distintos estamentos al interior de dicho movimiento. En la actualidad, la política estatal de represión diferenciada ha determinado como objetivo principal de su accionar político, policial, jurídico y de inteligencia a la Coordinadora Arauko-Malleko. Claro, porque las políticas indigenistas del actual gobierno han logrado persuadir a algunas organizaciones y dirigentes mapuche de la necesidad de la negociación y el diálogo para resolver algunos problemas puntuales. Sin embargo, no han resuelto el problema de fondo: el de los derechos políticos. Es decir, como ha señalado la Coordinadora, si bien es cierto "la represión de este gobierno es mayor y más fuerte que la ocurrida durante la administración Frei, el gobierno usa la estrategia del garrote y la zanahoria, profundizándose la represión por una parte y la línea social por otra. Esto último significa que se invierten algunos recursos para reposicionar a algunos organismos, como la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena, que ha perdido protagonismo y prestigio en el seno de nuestro pueblo. Para eso se gestionan créditos internacionales, como el que recientemente aprobó el Banco Interamericano de Desarrollo, que puede solucionar algunos problemas económicos con el objetivo que la gente se baje de los conflictos. Son migajas sociales, porque -entre otras cosas- excluyen la compra de tierras que es una de las principales necesidades del pueblo mapuche". Por lo tanto, como ha acaecido históricamente, en diversos grados y formas, el Estado chileno está dispuesto a aceptar ciertas reivindicaciones de índole social, económica o cultural, pero ninguna reivindicación de carácter político. Han sido y son políticas de carácter asimilacionista y de marginación. Y, es claro que la Coordinadora no acepta la versión vernácula de la ideología indigenista que tolera de modo marginal al indígena, pero siempre en el marco de una relación de subyugación a la sociedad chilena. Es, en definitiva, una relación de poder, no una relación entre iguales y, por ende, injusta e inaceptable. Es lo sostenido por la Coordinadora, por lo cual se ha transformado en una organización alternativa a otras organizaciones mapuche y, en consecuencia, en el principal enemigo del gobierno de la Concertación. EL DERECHO A LA AUTODETERMINACIÓN Y LA LIBERACIÓN NACIONAL
FAMILIA mapuche: la tierra es el fundamento de su existencia.
De acuerdo a dirigentes de la Coordinadora Malleko-Arauco, existen dos elementos fundamentales que la diferencian de otras organizaciones mapuche. Primero, sostienen categóricamente, "organizaciones como la Identidad Territorial Lafkenche, el Consejo de Todas las Tierras y la Asociación Ñankucheu de Lumako, no creen que se pueda conseguir nada fuera del marco legal impuesto por el Estado. Por eso ellos han institucionalizado sus demandas, aceptando las políticas indigenistas del gobierno y los objetivos del capital nacional e internacional, que no es otro que apoderarse de nuestro territorio. Todas estas organizaciones elaboran demandas limitadas para presentárselas al gobierno, por lo tanto, dependen de la respuesta y de la voluntad política del Estado, más que de su propia fuerza y capacidad de movilización.En segundo lugar, una diferencia central con estas organizaciones es el tipo de sociedad que queremos construir. Planteamos un cambio no sólo político, sino también socioeconómico. No queremos una sociedad capitalista, no aceptamos el modelo que nos imponen. La crítica a la dominación política, jurídica y económica, es decir el carácter anticapitalista de la Coordinadora, es lo fundamental que nos diferencia. En algunos documentos hemos señalado que nos definimos como anticapitalistas, porque este sistema de dominación centra su accionar en el modelo neoliberal, el cual explota a las mayorías y destruye a la naturaleza, situaciones absolutamente contrapuestas con la concepción de nuestro pueblo sobre la vida, el hombre y el mundo que lo rodea".Es evidente que tal discurso y praxis son aún minoritarios al interior del movimiento mapuche y, de hecho, es lo que permanentemente sostiene el gobierno a fin de deslegitimar a la Coordinadora Arauko- Malleko; ciertamente nadie podría argüir con el gobierno en el sentido de que, efectivamente, constituye un grupo minoritario, empero ello no significa que éste pueda ser deslegitimado o estigmatizado apriorísticamente, después de todo, en la historia del movimiento popular y, más específicamente, de los movimientos de liberación nacional, siempre han sido grupos minoritarios los que han encarnado ciertos ideales que, con el transcurrir del tiempo y producto de la lucha, han sido asimilados por otros estamentos sociales. Mas el peso específico de una organización no se mide sólo en términos cuantitativos, sino que en términos de su influencia ideológica, capacidad de convocatoria, movilización y potencial de desarrollo orgánico y político. Es la conjugación de tales elementos lo que tiene preocupado al gobierno y a sus órganos represivos, especialmente por la propalación que realiza la Coordinadora de conceptos que desde hace un tiempo han emergido y posicionado en el imaginario mapuche. Concretamente, a la idea de pueblo nación y el consecuente derecho a la autodeterminación del pueblo mapuche: hablamos de autonomía. Por cierto, no sólo la Coordinadora Arauko-Malleko reivindica derechos autonómicos, de una u otra manera lo hacen otras instancias mapuche, no obstante es en el discurso y praxis de la Coordinadora donde adquiere una nueva dimensión, puesto que no sólo se trata de una manifestación específica de la autodeterminación, sino que se imbrica con un proceso de liberación nacional que, al menos en apariencia, no se halla en el discurso y accionar de otras organizaciones mapuche. De hecho, es posible aseverar que la lucha llevada a cabo por la Coordinadora se enmarca en un proceso de liberación nacional por etapas. El objetivo actual, acorde a lo señalado por Pedro Cayuqueo, dirigente estudiantil y de grupos de apoyo a la Coordinadora: "es la restitución de la autonomía del pueblo mapuche, el autogobierno, la construcción de una economía interna, el control de las relaciones sociales, el respeto a la cultura, a la lengua. Hemos comenzado un proceso de acumulación de fuerzas, proceso necesario para conseguir el objetivo de autonomía y posterior liberación. Aquí estamos hablando de liberación nacional a futuro, porque no hay voluntad política para reconocer el origen del conflicto: la invasión militar de nuestro territorio ancestral por parte de un poder extranjero como lo es el Estado chileno y la usurpación de nuestras tierras. El Estado chileno hace del territorio mapuche la fuente de su riqueza, por eso es nuestro derecho construir un camino propio de liberación mapuche. Es una lucha de resistencia y de reconstrucción de la nación mapuche, porque estamos convencidos que si no lo hacemos la invasión del capital transnacional significará el exterminio definitivo de nuestro pueblo. Es el derecho de todo pueblo a la rebelión y por eso la lucha pasa por la recuperación de la tierra o derechos culturales hacia la lucha de nación, por la autodeterminación. Queremos volver a ser un pueblo soberano y libre". En reciente declaración pública la Coordinadora realiza un ferviente llamado "a no renunciar a esta hermosa y digna causa por la vida mapuche, a trabajar por la reconstrucción de nuestro pueblo nación mapuche, a seguir desarrollando el proceso de recuperación de nuestros derechos políticos-territoriales como nación". Es decir, y esto es esencial para comprender el carácter y los objetivos de esta organización, la propuesta está dirigida al pueblo mapuche y no al gobierno ni a los empresarios forestales o a los agricultores. El Estado deja de ser el interlocutor central de las políticas del movimiento mapuche como ha sido la constante y, por eso -sostiene Víctor Ancalaf, werkén de la comunidad Choiñ Lafkenche de la zona de Collipulli- "tenemos que confiar en nuestras propias fuerzas, el éxito o fracaso de nuestra lucha depende de nosotros mismos. La gente en las comunidades en conflicto cree en nosotros y nos apoya, porque somos consecuentes, además, son las propias comunidades las que participan activamente en la lucha contra las forestales. Son ellas las que discuten y deciden lo que hay que hacer". En relación a las promesas de Ricardo Lagos cuando era candidato presidencial de entregar 150.000 hectáreas de tierra en los seis años de su gobierno, José Huenchunao, werkén de la Coordinadora Arauko-Malleko, manifestó que "los peñis saben que los aportes de tierra se deben a la movilización y no al buen corazón de las autoridades". Esto refrenda la idea central del discurso y práctica de la Coordinadora en el sentido que, históricamente, las interpelaciones y demandas hacia el Estado poco o nada han logrado, de suerte que ahora se trata de confiar en la fuerza propia, irrespectivamente de lo que piense, diga o haga el Estado. Sin embargo, en el contexto de la realidad del Estado-nación chileno, racista, antidemocrático, intolerante y monocultural a partir de su consolidación como tal en la primera mitad del siglo XIX, las intenciones y objetivos de la Coordinadora, y en particular su objetivo de crear eventualmente un Estado-nación mapuche, puede parecer tan sólo una hermosa y justa utopía. Y, no cabe duda, que pasará mucho tiempo antes que tal ideario liberador se arraigue en amplios sectores del pueblo mapuche, necesitándose, quizás como prerrequisto básico, un cambio generacional de dirigentes y una profunda transformación en el modo de conceptualizar la relación entre el Estado y el movimiento mapuche, en la manera de llevar a cabo el proceso de acumulación de fuerzas y la lucha política.Por ahora -como señalan dirigentes de la Coordinadora que optan por el anonimato para eludir la represión- "las comunidades con su accionar y su lucha han llevado a la práctica el discurso por los derechos políticos. Estos derechos implican control territorial. O sea, la autonomía es un proceso que se construye en la práctica, reivindicando no sólo el derecho a la tierra, sino el derecho al territorio. El concepto de autonomía debe ser llevado a la práctica cotidianamente. Debemos ser capaces de ejercer poder político, jurídico, control productivo, autogestión en espacios recuperados. No se trata de recuperar títulos de merced -al fin y al cabo éstos son nada más que residuos de campos de concentración creados por los chilenos-. El control territorial no puede ser simbólico, por eso debemos ejercer el derecho de autodefensa contra bandas paramilitares de las empresas forestales y de los agricultores. De hecho, se han puesto en práctica niveles embrionarios de autodefensa. El proceso de autonomía debe avanzar desde niveles mínimos de autodefensa a niveles mayores de resistencia, así las conquistas podrán ser defendidas. Todo esto en el marco de comenzar a vivir el concepto de autonomía. Se trata, en definitiva, de la ocupación efectiva de los espacios que siempre fueron nuestros y que han sido usurpados por la ocupación militar, económica y política del Estado chileno y de las transnacionales.Sabemos que el gobierno a través de sus organismos de inteligencia siempre estará dispuesto a armar provocaciones, infiltrar al movimiento, "plantar" armas, tal como lo hacía la dictadura para justificar la represión. Sólo podemos decir que nosotros nos defenderemos como mapuche".REPRESION SELECTIVA CONTRA LA COORDINADORA Y COMUNIDADES EN CONFLICTOY deben defenderse no sólo contra el Estado y su aparataje represivo, sino también contra los guardias de seguridad de las empresas forestales y usurpadores particulares que han invadido territorio mapuche. Es claro que el gobierno y mercenarios de distinto signo han concentrado su accionar en aquellas comunidades donde la Coordinadora mantiene una fuerte presencia, particularmente en la zona del lago Lleu-Lleu, en Collipulli y en Cuyinco. Huelga decir que el accionar represivo no sólo intenta golpear o, eventualmente, aniquilar a la organización, sino que también golpea a toda la comunidad. Los organismos de inteligencia buscan desarticular, neutralizar o aniquilar a la Coordinadora, pero esto afecta a toda la gente de las comunidades, aunque no sean miembros de la organización. En este sentido, bajo el actual gobierno pareciera existir un mayor grado de insensibilidad y de violencia ya que -incentivado por el aparente aislamiento de la Coordinadora al haber logrado negociar con otras instancias mapuche y detener al menos por ahora las recuperaciones de tierras en otras áreas- los órganos represivos tienen mayor libertad operativa para concentrar sus fuerzas y medios. Asimismo, el gobierno ha logrado un mayor margen de maniobrabilidad política que le permite una aparente mayor legitimidad para reprimir a una organización que se niega al diálogo en los términos impuestos por el gobierno. Entonces, en aquellas comunidades donde la Coordinadora tiene o ha tenido influencia, se verifica un proceso represivo que nada tiene que envidiar a las políticas represivas implementadas por la dictadura militar. Actualmente, la represión se expresa concretamente en un recrudecimiento del accionar policial, en un mayor contingente policial, con un reforzamiento con efectivos traídos especialmente de Santiago y Concepción. Existe una militarización de los territorios en conflicto, con represión al interior de las comunidades y con el uso masivo de armas disuasivas, tanquetas, perros, helicópteros. Es posible afirmar que existen dos niveles de represión: uno más directo, externo, visible, y otro más sutil, más interno. Esto último se refiere al trabajo de inteligencia que desarrolla la policía, obviamente por orden del gobierno. Hay infiltración de agentes encubiertos, oficiales de Investigaciones de ascendencia mapuche que recaban información en las comunidades. En la zona operan la Brigada de Inteligencia Policial de Investigaciones y, también, la Dipolcar, Dirección de Inteligencia Policial de Carabineros. Además de las actividades que desarrolla la "Oficina", aparato de inteligencia del gobierno, situación que ya ha sido denunciada con anterioridad. De hecho, la presencia del operador de inteligencia de la "Oficina", Oscar Carpenter, en la zona de Lleu-Lleu, jamás fue negada por el gobierno. En esta zona, precisamente, es donde se ha focalizado últimamente el accionar represivo, con intentos de infiltración, seguimiento a dirigentes, investigación a familiares, amigos y simpatizantes de la Coordinadora. Aquí, como acontece en otras partes, se utiliza la táctica de dividir a las comunidades. A través de presiones y prebendas han logrado dividir a la comunidad Pascual Coña, una comunidad emblemática que se ha enfrentado al empresario Osvaldo Carvajal, quien pretende construir un imperio turístico en la zona del lago Lleu-Lleu en tierras usurpadas a los mapuche. Turismo para los ricos en medio de la pobreza mapuche y es ésto lo que ha violentado a los mapuche que ven con indignación cómo, una vez más, las autoridades y los empresarios se coluden para despojarles de las pocas tierras que aún permanecen en su poder. Lleu-Lleu constituye un microcosmos de lo que sucede en otras zonas del territorio mapuche cuando éstos luchan para defender derechos ancestrales. Aquí, como señala la Coordinadora Arauko-Malleko, el empresario Osvaldo Carvajal "ha comprado a dirigentes mapuche para que estén a su favor, como Franklin Millanao, Francisco Lincopi y Antonio Millanao. También paga el servicio de comuneros para que actúen como delatores y sapos dentro de las comunidades; por ejemplo, Domingo Altamirano, Manuel Santi, Celin Aguayo, Pablo Martínez". El empresario también tiene el apoyo de otras fuerzas, como "funcionarios de Carabineros, en especial de la Comisión Civil de Cañete, quienes con vehículos institucionales prácticamente viven en la hacienda y recorren sus alrededores. También se ha detectado la presencia de efectivos militares quienes, a nuestro juicio, a título personal y motivados por el dinero, han prestado servicios de seguridad a la hacienda y, últimamente, se han detectado operaciones de verdaderos 'mercenarios' quienes han desarrollado operaciones de inteligencia y de amedrentamientos hacia los mapuche".La Coordinadora denuncia, además, otros hechos represivos, como "los intentos de homicidio en contra de dirigentes de la comunidad a manos de matones a sueldo. Ejemplo de ello es la agresión con arma blanca por parte de Domingo Altamirano a Avelino Meñaco. En este marco, denunciamos también la muerte, en extrañas circunstancias, del comunero mapuche Carlos Reinao, luchador mapuche de la comunidad Pascual Coña, quien fue masacrado en una supuesta riña de ebrios y cuyos presuntos 'autores' jamás han reconocido el hecho. Denunciamos -asimismo- la reciente quema de la casa de la comunera mapuche Nancy Millanao y de las amenazas de muerte en contra de ella y de su hijo de sólo diez meses".La represión selectiva contra la organización ha significado, entre otras cosas, la detención de varios comuneros que en la actualidad se encuentran recluidos en diversos penales y algunos de ellos, como los presos políticos mapuche recluidos en la cárcel El Manzano de Concepción, procesados por la Ley de Seguridad Interior del Estado. Sin embargo, a pesar que es difícil predecir lo que sucederá en el ámbito del conflicto mapuche contra el Estado, lo que está claro es que, al menos en el último período de la lucha del pueblo mapuche, la represión no ha surtido el efecto esperado por el gobierno. Por el contrario, tan sólo ha servido para suscitar mayores grados de adhesión al interior del pueblo mapuche y, también, por parte de amplios sectores de la sociedad chilena. En el caso concreto de la Coordinadora, por ejemplo, los grupos de apoyo en Temuko se crearon cuando la Coordinadora sufría los mayores golpes represivos. Además, el tener presos políticos mapuche simplemente significa crear otro frente de acción, porque la lucha continúa al interior de las cárceles.Asimismo, desde hace un tiempo se adoptó la decisión política de organizarse horizontalmente que, por lo demás, constituye la estructura histórica mapuche. La comunidad asume un papel fundamental en toda la estructura organizacional y es debido a tal dinámica interna de funcionamiento que se puede continuar operando a pesar de los golpes a la organización. Dicho de otra manera, la organización colectiva impide una desarticulación mayor, lo que equivale a decir que la fortaleza del movimiento no está en los dirigentes sino en las bases. Y quién puede cuestionar el hecho que el pueblo mapuche ha dado innúmeras muestras de fortaleza, inteligencia, capacidad de organización y lucha. Tal vez por su ira, quizás por su ternura, sin duda por su pasado y por su futuro.

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